(Cordery R et al. Lancet Microbe 2022; doi.org/10.1016/S2666-5247(22)00124-0) Segunda parte
Para el control de la COVID con potencial modificación de tasas de infección y mortalidad, las escuelas se cerraron, aunque fue difícil reconocer el peso absoluto de tales medidas y aunque se mencionó en su momento, la posibilidad de menor riesgo para niños que para adultos, actualmente se acepta que los niños son tan susceptibles para la infección como los adultos.
Mucho de lo aprendido se ha dado por eventos indirectos sin ser capaces de determinar adecuadamente las supuestas similitudes y diferencias.
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La transmisión de infecciones respiratorias en las escuelas, habitualmente son muy difíciles de cuantificar, aunque pudiera ser más alcanzable la comprensión en eventos muy importantes como en el caso de la epidemia por la influenza A con cuadros clínicos de 20-30%.
El papel de las infecciones silentes no ha sido posible estudiarse adecuadamente ni para las variedades de influenza ni para las de la pandemia actual por la COVID.
La diseminación se alcanza por lo menos en un cuarto de los contactos de la clase escolar, aún a pesar de medidas de aislamiento, de modificar factores ambientales de aire y superficies.
Los investigadores evaluaron cohorte prospectiva en 8 escuelas de Londres, con la identificación de los casos índices desde 48 horas antes con pruebas nasales de reacción en cadena de polimerasa (PCR), en niños de 2 a 14 años.
Los resultados fueron de muy baja sensibilidad y heterogéneos, con sólo 2% de los estudiantes evaluados positivos y no relacionados a los casos originales (a pesar de tasa de participación de 22.5%); la transmisión secundaria se observó en sólo 17% de los contactos en casa y sólo 2% de los fómites estudiados de las aulas (de 189 muestras) fueron positivas, 4% de 130 muestras de lavabos, 24% de 248 muestras de camas y 11% de baños; sólo uno se identificó del aire (de 68 muestras estudiadas).