“Mi esencia es la pintura, yo creo que no podría imaginarme sin un pincel en la mano”, reflexiona la destacada artista
Una pequeña fuente de agua y su sonido es un elemento que, para María Teresa Galván, le permite construir esa atmósfera de silencio y tranquilidad necesaria para crear.
La reconocida artista plástica mexicana reconoce que puede haber música clásica o instrumental, pero la originada por la naturaleza no tiene precio.
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Así, en la quietud de su estudio, ha creado un sinnúmero de obras en donde dos simbolismos están presentes de manera recurrente: la mujer y la música. Pues se confiesa feminista, además –dice– las mujeres tienen mucha más sensibilidad que los hombres.
“Creo que ese pincel que tengo es como una batuta para mí. Es como si fuera una filarmónica de colores, de arte, de todo lo que puede salir de mi interior”.
Esto porque toda su obra lleva notas o partituras musicales, pues es amante de la música, sobre todo de la clásica.
De hecho, recuerda como cuando llegó a la Ciudad de México, para estudiar en la Academia de San Carlos, se suscitó uno de sus primeros encuentros con la Ópera al presenciar ‘Nabucco’, de Guiseppe Verdi. De inmediato se convirtió en su favorita.
“Es hermosísima, porque habla de la libertad de los pueblos. Ese día lloré más que nunca”, comenta al recordar ese momento.
Admiradora, también, de la pintora surrealista, Remedios Varo, quien se convirtió en un punto de inspiración para ella; María Teresa Galván ha adoptado el surrealismo de tipo figurativo como la corriente artística que domina en su obra.
“El arte es algo que no es tangible. Algo que siempre está volando, está en el viento. Por lo que la inspiración me llega de cualquier cosa que veo, leo o escucho”.