“Componer jazz me da gran libertad”, sostiene el pianista Dayramir González

Dayramir González descubrió a los 12 años que quería ser líder y que la mejor forma de serlo era creando sus propias obras.

"Componer jazz me da gran libertad", sostiene el pianista Dayramir González

El pianista cubano Dayramir González (La Habana, 1983), afirma en entrevista: “Desde corta edad, quien quiera ser buen músico tiene que tomar una serie de decisiones en cuanto a ser organizado y egoísta con su tiempo, tener un plan de ejecución para su carrera, además del inmenso deseo de triunfar con su arte”.

Para este músico, la carrera de pianista es una muy solitaria, “porque desde joven uno comprende que depende más bien de sí mismo y de su deseo de expresar emociones, ideas y su historia personal”, precisa González, quien a los 12 años supo que su camino era ser “líder” y hacer sus composiciones.

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Después de recibir una formación de pianista clásico en el Conservatorio de Música de Cuba, en 2010 se fue a Estados Unidos para estudiar en el Colegio de Música de Berklee, en Boston. Al graduarse en 2013 se arraigó en Nueva York para desarrollar su carrera como solista.

González actuará en varias ciudades mexicanas como parte de El arte del piano cubano World Tour. En la Ciudad de México se presentará el 14 en Jazzatlán Capital y el 19 en Zinco Jazz Club. En el primero, aparte de tocar, impartirá la clase magistral Convertirse en un gran intérprete: La mentalidad más allá de la música, que se basa en sus experiencias con el objeto de ejercer un “total control de mi carrera desde el punto de vista de mis contratos”.

En su faceta de docente, González se dio cuenta de que la mayoría de las veces los profesores se concentran más en la técnica, el sonido y el repertorio con los alumnos, sin desarrollar esa parte tan relevante que es la presencia en el escenario: “Uno estudia de manera relajada, sin pensar que al pisar el escenario lo hace con un traje que pesa, un corbatín y un reloj en la mano, cosas externas, con las que uno no se ha preparado en casa.

Estas cosas físicas pueden quitarte el enfoque del arte de hacer música, o de crear, en el escenario”, señala en entrevista.

Allí, pues, “llega el nerviosismo, la tensión, la falta de confianza. Eso hay que prepararlo en los jóvenes, hablarles de cómo uno debe prepararse para el escenario.

Practico seis horas diarias en mi instrumento, que equivale a 30 por ciento de mi trabajo. El restante consiste en visualizar mi presentación. El Zinco Jazz Club, como es un lugar pequeño, el público está más cercano al piano; entonces, mi forma de crear la historia de mi música se hace un poco más personal”.

En cambio, en un lugar como Carnegie Hall, “el músico tiene que hacer la historia más grandilocuente para llegar al público que está más alejado físicamente”.

El entrevistado aprendió “este trabajo de escenario” desde muy joven con su padre, Fabián González, reconocido trompetista, integrante del Conjunto Rumbavana, entre otros grupos, porque “muchas de estas bandas ensayaban en mi casa. A los siete u ocho años bebí de primera mano cómo hacer arreglos, ver cómo el pianista tocaba los montunos, también cómo dirigía el grupo en cuanto a manejar los egos, incluso, quién llegaba tarde. Mi padre también me llevaba a sus toques populares”.

Acordes de colores

A los 12 años, González se dio cuenta de que quería ser “líder”, y que la mejor forma de serlo era mediante la composición que le daba la libertad de contar su historia con su música.

Desde muy joven ha tenido proyectos propios, como Salsa Blues, luego Dayramir & Habana enTRANCé, que aún mantiene. Tiene en su haber tres discos: Dayramir & Habana enTRANCé (2007), The Grand Concourse (2018) y Day-ramir González: Tributo a Juan Formell & Los Van Van (2022).

La composición jazzística le ha permitido gran libertad de expresión: “Con la música clásica sentía que siempre tenía que tocar la obra de alguien más y de cierta forma. En el jazz, sin embargo, encontré la libertad armónica y de expresión desde el punto de vista del improvisador.

A los 12 años empecé a escuchar colores, luego, se llamaron armonías. Decía: ‘si este acorde tiene cierto impacto en mí, así como en el público, entonces quisiera controlar estos colores armónicos para poder decir a la audiencia cómo quiero que se sientan en ciertos momentos de mi concierto’.

Por ejemplo, tengo varios colores que me dan felicidad, en todas sus gamas, o tristeza, también egoísmo y enojo”.

Dayramir González se presentará este sábado 13 en Jazzatlán Club de Jazz & Brewpub de la ciudad de Cholula, Puebla, y al día siguiente, en Jazzatlán Capital, Guanajuato 239, colonia Roma, Ciudad de México, a las 20 y 22 horas; ahí también impartirá una clase magistral a las 18 horas.

El 19 actuará en el Zinco Jazz Club, Motolinía 20, Centro Histórico, de la Ciudad de México. Estará acompañado por músicos mexicanos.