(Pinedo C, El País, España; jul 4, 2022) PRIMERA PARTE
Los pediatras alertan para cuando la temperatura corporal de los pequeños sufre aumento brusco; las altas temperaturas veraniegas ponen a prueba la hidratación y los bebés son especialmente vulnerables a la pérdida de agua. Los bebés almacenan más agua en su cuerpo que los adultos, a pesar de tener menor tamaño corporal; de tal manera que los recién nacidos, el 70 y el 80% de su peso es agua, después disminuye paulatinamente hasta llegar al 65% aproximadamente, en los adultos. Los órganos que más agua tienen son los ojos, la sangre, los pulmones, el cerebro, el corazón, el hígado o los riñones, todos ellos necesitan agua para funcionar bien.
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El riesgo de que los niños menores de un año se deshidraten es mayor, adicionalmente a altas temperaturas, debido a infección, aunque esta sea leve, porque rechazan el alimento y puede que tampoco beban, se pierde agua con el sudor, la respiración, la orina y las heces, además cuando hace calor aumenta respiración y se suda más, por lo que aumenta la pérdida de líquido, por ello es importante ofrecer a los niños agua con frecuencia y no salir a la calle en los momentos del día en el que la temperatura es más alta.
Cuando un niño está deshidratado, presenta señales de alerta, si se trata de un bebé, puede llorar más de lo normal y hacerlo sin lágrimas; los ojos se hunden y aparecen ojeras; la cantidad de orina disminuye y es más oscura de lo habitual, así que tienen el pañal seco más tiempo. En el caso de los más pequeños, que tienen la fontanela abierta, la depresión en la cabeza por huesos que todavía no se han soldado, se aprecia que está hundida.
La subida brusca de la temperatura corporal de un bebé puede poner en riesgo su vida; puede presentarse golpe de calor por dejar unos minutos al niño en un coche, aunque el vehículo esté a la sombra y sea poco tiempo; se expresa por fiebre alta, mareo, vómitos, piel seca y caliente. Los sueros hiposódicos (o diluir suero con una a dos partes de agua) aportan agua, sales y otros componentes que el niño pierde con los vómitos o la diarrea. Si el pequeño vomita el líquido y no logra retenerlo, hay que ofrecerle pequeñas cantidades de este suero con frecuencia, con cuchara o sorbo pequeño cada cinco minutos y aumentar progresivamente la cantidad y el ritmo, según lo vaya tolerando. Si a pesar de hacerlo así, el niño continúa vomitando, se puede hacer pausa de 30 minutos, para volverlo a intentar. Si el niño sigue sin tolerar el líquido o las pérdidas son muy abundantes y se tiene la impresión de que no bebe todo lo que pierde, se debe consultar al médico de manera urgente.