En siete décadas de carrera, Gilliam remodeló la pintura abstracta y la escultura
El pintor Sam Gilliam (Tupelo, Misisipi, 1933), uno de los artistas más relevantes e influyentes de Estados Unidos, quien ayudó a redefinir la pintura abstracta, falleció el pasado sábado a los 88 años de una enfermedad renal, informó la galería Pace, instancia neoyorquina que lo representaba desde 2019. También fue punta de lanza para distintas generaciones de creadores.
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A lo largo de siete décadas de carrera, Gilliam reinventó y remodeló la pintura abstracta y la escultura, al incorporar nuevas formas, texturas y materiales para forjar composiciones inventivas.
Gilliam fue “uno de los titanes del modernismo. Fue gran amigo y artista; supo transmitir los tormentos y triunfos compartidos de la vida mediante el lenguaje universal de la abstracción. Sam fue muy aclamado en los años 60 y 70 del siglo pasado por su revolucionaria obra que liberaba al lienzo de su soporte”, señaló el galerista y comerciante de arte Arne Glimcher.
La producción de la obra de Sam nunca decayó, añadió Glimcher. Pintó hasta el final de su vida y sus obras más recientes están entre las mejores. “Estoy orgulloso de que sus últimos cuadros hayan recibido reconocimiento y me complace saber que Pace, junto con la galería David Kordansky, llevan su radiante obra a un público mayor del que nunca había conocido”.
De adolescente, Gilliam quería ser caricaturista y pasaba mucho tiempo dibujando. En 1955, se graduó de la Universidad de Louiseville en bellas artes.
Fue influenciado por los expresionistas alemanes, en especial Emil Nolde y Paul Klee, así como los estadounidenses Nathn Oliveira, Morris Louis y Kenneth Noland. Dijo haber encontrado muchas pistas para desarrollar su trabajo en personajes como Tatlin, Frank Stella, Hans Hoffmann, Georges Braque, Picasso y Paul Cézanne.