Fue solo después de que asesinaran a Olly Stephens, en un campo frente a su casa en Reading, en el sur de Reino Unido, que sus padres se dieron cuenta del mundo violento e inquietante al que su hijo había estado expuesto a través de su teléfono.
Marianna Spring, reportera de BBC Panorama, investigó el papel que jugaron las redes sociales en su muerte y expone cómo las cuentas de redes sociales de un niño de 13 años pueden recomendar videos violentos y cuchillos en venta.
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En enero pasado, Amanda y Stuart Stephens observaron a su hijo desde ventanas separadas mientras salía de casa, sin darse cuenta de que sería la última vez. Olly se dirigía hacia Bugs Bottom, un campo frente a su casa, con sandalias en los pies y su teléfono en la mano. 15 minutos después, había sido asesinado.
Ese teléfono que sostenía en su mano proporcionaría las respuestas a lo que había sucedido.
Olly fue asesinado a puñaladas por dos adolescentes en un campo detrás de su casa, después de que reclutaran a una niña por internet para atraerlo hasta allí.
Todo el ataque había sido planeado en las redes sociales y desencadenado por una disputa en un grupo de chat de las redes.
Sus padres se sorprendieron al descubrir el turbio mundo de violencia y odio que su hijo y sus amigos habían habitado a través de sus teléfonos. Decidí investigar el papel que jugaron las redes sociales en lo que le sucedió a Olly.