Desencanto al interior de alianza opositora; ahora es Loret de Mola

Carlos Ramirez

Las elecciones del pasado domingo 5 de junio no se iban a medir en términos de victorias o derrotas, sino en función de la prueba de fuego que tendría que pasar la alianza opositora PRI-PAN-PRD-Coparmex-Claudio X. González y Movimiento Ciudadano a la expectativa. El saldo fue, para decirlo en pocas palabras, deprimente.

Hace una semana el analista Jesús Silva-Herzog Márquez criticó con severidad en Reforma la configuración, discurso y expectativas de la alianza opositora y su conclusión se resumió en pocas palabras: “una alianza de zombies”. Ayer martes 7 tocó el turno a Carlos Loret de Mola en El Universal correr un velo de pesimismo imperativo y concluir que la alianza no será adversario en las presidenciales de 2024.

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Y también ayer mismo, en El Universal. Movimiento Ciudadano rechazó desde ahora cualquier posibilidad de aportar sus 7% de votos a la alianza con el argumento de que se trata de una estrategia fracasada, aunque en el fondo la única condición de su dirigente y propietario Dante Delgado Rannauro es garantizar desde ahora la candidatura presidencial para su pupilo Luis Donaldo Colosio Riojas.

El artículo de Loret reveló el pesimismo de quienes han impulsado la construcción de la alianza opositora y se han convertido en críticos severos del presidente de la República: en el 2021 la alianza perdió 12 gubernaturas y el domingo pasado cuatro más. Por eso escribe: “No. No hay tiro”, respondiendo al optimismo metafórico del líder nacional panista Marko Cortés de que los resultados del domingo 5 permitieron concluir que “hay tiro” opositor. En una metáfora boxísticas, Loret dice ver “a un boxeador de peso completo que golpea hasta con las sillas y navajas y a un peso mosca que no parece aspirar a ganar la pelea sino a salir vivo del ring”.

Loret logra describir lo que la alianza opositora se niega aceptar: Morena no es un movimiento de movimientos ni solo un aparato al servicio del presidente López Obrador, sino que constituye una estructura de poder similar a la que fue construyendo de 1920 a 1993 el PRI para convertir al país en un Estado/sistema/régimen/partido.

Los textos de Silva-Herzog Márquez y Loret solo revelan la ingenuidad del activista ultraderechista Claudio X. González que quiere ver una competencia político-electoral y trata de optimizar la suma matemática de fracciones y muestran también el optimismo sistémico de Delgado Rannauro al explotar la imagen de un político fallecido del cual aún no se han revelado sus intereses profundos con el salinismo.

En términos reales, la alianza es solo el PAN y sus articulaciones con la ultraderecha fascistoide de española de Vox, en tanto que el PRI se desfondó por la decisión de la actual dirigencia de apropiarse de recursos y estructuras y romper con las viejas figuras que quedaban del priísmo operador de elecciones; y el PRD se siguió autodisolviendo con la desaparición política de Jesús Ortega Martínez y la tarea titánica de Jesús Zambrano de vender victorias que le pertenecen al PAN.

El otro dato revelador de la desarticulación operativa de la alianza opositora se percibió en las elecciones en seis estados donde el empresariado local nunca pudo tener ni siquiera una opinión política atendible y las grandes corporaciones patronales regresaron al redil estatal controlado por mecanismos fiscales. A pesar de ser un sindicato patronal, la Coparmex no ha podido tener un posicionamiento en estructuras políticas ni ha sabido organizar de manera electoral a los empresarios.

Si han comenzado a echarle la culpa a la habilidad presidencial para reconstruir el sistema político priísta en Morena, la alianza opositora tendrá que aclarar si se trata solo de una posición argumentativa o si deveras cree en la resurrección del PRI, porque de su capacidad de análisis estratégico dependerá seguir hundiéndose en el pantano de las críticas descritas por Silva-Herzog Márquez y Loret o encontrar los caminos para una reconstrucción partidista que tenga que pasar por la exclusión de la Coparmex y de Claudio X. González por la diferenciación de objetivos políticos.
La alianza opositora va por México que construyó el señor X. fue aplastada en las urnas y los actuales liderazgos partidistas no alcanzan para reconstruir una oposición con capacidad para competir contra Morena. Sin embargo, desde ahora se puede adelantar que los tres liderazgos partidistas refrendarán su control de sus respectivos partidos y reafirmarán su alianza con la ultraderecha empresarial.

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