nte la negativa presidencial de convertir a Morena en un verdadero partido político para evitar la pérdida de control, los resultados políticos han derivado en una organización hundida ya en fracturas internas entre grupos, corrientes y tribus que están debilitando la cohesión de seguidores, disminuyeron las bancadas en las legislativas federales de junio del 2021 y podrían explicar las dos derrotas estratégicas recientes: la baja votación de la consulta revocatoria y el rechazo opositor a la ley eléctrica.
Las pugnas internas en Morena podrían afectar la votación presidencial de 2024 por la falta de reglas claras en la sucesión presidencial, pero sobre todo estarían creando las condiciones para que el partido presidencial tenga resultados tensos: una magra victoria presidencial con 35%-45% de los votos y la imposibilidad para conseguir la mayoría absoluta morenista en la próxima Cámara de Diputados federal y Senado.
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La víctima propiciatoria de los dos últimos fracasos se ha fijado en la gestión del presidente partidista Mario Delgado, pero debe atenderse el hecho de quien ha carecido de canales de comunicación directa con Palacio Nacional, con Bucareli y con Xicoténcatl. El dato que más ha preocupado a algunos estrategas de Morena se localiza en la expansión territorial del partido a nivel de gubernaturas, pero no pudo reproducir su influencia a nivel distrital y perdió la mayoría absoluta de 2018.
A partir del método analítico del viejo régimen priísta, la expansión el territorial de Morena a nivel de gubernaturas se logró por la influencia directa del presidente López Obrador y no por una real representación social morenista en los estados ganados.
Es decir, los nuevos gobernadores del 2021 no pudieron crear redes de movilización social para la consulta revocatoria ni lograron el control político interno dentro de sus entidades locales para pactar con la oposición federal representada en la Cámara.
Morena no es, en los hechos, un verdadero partido político, sino que funciona como agencia de colocaciones para cargos públicos, estructura solo para el acarreo de militantes en votaciones importante y membrete articulado alrededor de la figura presidencial.
La dirigencia política del lopezobradorismo ha carecido de enfoque estratégico, pensamiento político o estructura programática para organizar a la militancia morenista alrededor de un proyecto político transexenal, en tanto que la dirección política e ideológica se centraliza en el presidente de la República y su modelo de presidencia unitaria.
Los casos de la votación revocatoria y la derrota legislativa en la ley eléctrica dejaron entrever que Morena tendría los votos suficientes y el aparato político necesario para ganar las elecciones presidenciales y legislativas del 2024, pero sin reconstruir la mayoría absoluta de 53% del 2018. La falla de Morena se podría localizar en la desarticulación de la aprobación política del presidente de la República y la desorganización interna de Morena.
A más de tres años de la impactante victoria electoral de 2018, Morena carece de estructura orgánica, no existe como partido local en más o menos la mitad de las entidades de la República y no ha podido definir su propuesta partidista del proyecto presidencial.
Estas deficiencias organizativas han llevado a Morena a disputas internas entre grupos tribales que podrían entrar en modo de ruptura en el momento en que se decida la candidatura presidencial.
La gestión cuestionada de Mario Delgado no tiene que ver con su capacidad/incapacidad política o de liderazgo partidista, sino con la existencia de un partido en el poder presidencial que carece de vida propia y que no ha sabido organizar a militantes y simpatizantes en nuevos sectores corporativos.
En este sentido, Morena no ha sabido o no ha querido funcionar como el partido del Estado que mantuvo el PRI 77 años en el poder y que perdió la presidencia por las disputas y fracturas internas entre militantes. El partido Morena de la consulta y la ley CFE no garantiza hasta hoy el objetivo del presidente López Obrador de ganar la mayoría absoluta en las presidenciales y legislativas de 2024.
Sin una reorganización urgente de Morena, el escenario político de 2018 estará lejos en 2024, bajo el criterio de que no se tratará de ganar las elecciones sino de potenciar la coalición política lopezobradorista otro sexenio más.
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Política para dummies:
La política es la sangre de los partidos.
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