¿En qué casos convendría acudir a terapia sexual?

Se recomienda asistir a terapia sexual cuando la persona de manera individual, uno de los miembros de la pareja o ambos detectan que sus relaciones sexuales son insatisfactorias por alguna disfunción concreta o bien porque, en general, siente o sienten disconformidad o malestar”, afirma a CuídatePlus Carme Sánchez, sexóloga y codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona.

Precisamente, dice Sánchez, “la falta de información y, sobre todo, de educación sexual dificultan la búsqueda de ayuda cuando surgen problemas con la sexualidad y también provocan unas actitudes negativas y una vivencia sexual más culpabilizadora que facilita la aparición de problemas sexuales”.

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A pesar de que la Sexología y la terapia sexual ya forman parte de nuestra cultura, aún hay muchas personas que se resisten a buscar ayuda de esa forma.

Sanz hace la siguiente reflexión: “Muchos individuos ni siquiera conocen la figura del terapeuta sexual e incluso tienen una visión distorsionada de lo que es un sexólogo o un terapeuta sexual, en qué trabaja y, sobre todo, cómo lo hace.

Debemos entender que en torno a todas las terapias existen mitos y prejuicios que dificultan el acceso; más todavía en Sexología, pues trabajamos con temas privados, problemas vergonzosos que nos cuesta nombrar en voz alta, aunque sea frente a una profesional.

Para muchísima gente es complicado hablar de forma sincera y abierta de su sexualidad, y empeora si además existen dificultades o problemas”.

Por su experiencia, Sánchez cuenta que “las mujeres suelen pedir ayuda antes, aunque muchas veces después les cuesta más implicarse en el proceso terapéutico.

En cambio, cuando un hombre aparece en consulta tiene claro que quiere solucionar su problema y se compromete mucho más. También es importante que los dos miembros se involucren, independientemente de quién de los dos tenga el síntoma o disfunción.

De hecho, para mí es síntoma de buen pronóstico que los dos vengan a la primera sesión”. En opinión de Sanz, “en una sociedad como la nuestra, aún muy manchada por los roles de género tradicionales y visiones muy machistas de las relaciones y la sexualidad, podríamos decir que los hombres en general, bastante mal educados para trabajar emociones propias y ajenas suelen ser más reacios a abrirse en estos temas.

De todas formas, poco a poco vamos cambiando socialmente de actitud y es la pareja, ambas personas por igual, la que se preocupa por la situación y por encontrar soluciones. Es mucho más frecuente que ambos miembros acudan de forma resuelta a terapia”.