“Desde un lejano balcón, se escucha doliente pregón…

Di tu pregón pregonero…”
Gustavo I. Robledo

Fueron 2 años en que el silencio doliente de los abriles de nuestra semana santa potosina calló por un flagelo, una cruz, una corona, unos clavos y una lanza que llevaron a la humanidad entera, a los mexicanos, a los potosinos y potosinas, a sentir y vivir el doloroso paso y peso de una cruz inesperada, pero que nos hizo vibrar en lo más profundo de nuestro espíritu y ser para valorar lo que teníamos y no sabíamos.

Pero hoy esa fervorosa tradición volverá a sonar entre el adoquín y la callejuela del silencio penitente de miles de cofrades y cirios, rostros, dolores y gracias anónimas envueltas en una treintena de andas e imágenes que dan vida luminosamente enlutada al San Luis y su sonoro redoble de los tambores y las trompetas que acompañan a Nuestra Señora de la Soledad.

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Y así lo recitó el querido y recordado Mons. Joaquín Antonio Peñalosa:

Desde un lejano balcón
se escucha doliente pregón.

Di tu pregón pregonero
que entre toques de trompetas
y redobles de tambor,
custodiado por lancetas,
va pasando el Redentor.

Di tu pregón pregonero
que al escuchar tu pregón
nuestro pueblo potosino
se unirá a Jesús divino
en dolorosa pasión.

Origen…

Es la “Semana Santa” de 1953 y el Fraile carmelita don Nicolás García, le pide a su amigo un popular cómico potosino Francisco Salazar apodado “Caramelo”, invite a su vez a sus amigos toreros a acompañar en su pésame a Virgen de la Soledad, sabiendo de su fe a la dolorosa cada vez que se jugaban la vida “los de luces”.

Ellos se juntaban en los portales del Palacio Municipal y sus nombres suenan en el recuerdo de viejas glorias en las plazas de toros potosinas: Marco Tulio Jiménez, Jorge Reyna “Piti” -ellos dos aún viven- o los ya fallecidos y recordados toreros Gabriel Meléndez “Coca Cola”, Jesús y Pascual Meléndez, José Jaramillo, Raúl y Armando Iglesias, Antonio Martínez “La Crónica”, Guadalupe Ortiz “La Marraqueta”, el güero Valente Rodríguez y Roberto García “Ali” entre otros son el grupo fundacional de este icono potosino que goza del reconocimiento internacional como Patrimonio Cultural.

Aquel Viernes Santo -3 de abril- solo le hicieron una oración a la Virgen de la Soledad en interior del templo del Carmen.

Al año siguiente, la noche del Viernes Santo -16 de abril de 1954-, algunos vistieron traje de faenas de campo y otros con habito negro y capucha morada, volvieron a acompañar en su dolor a la Virgen de la Soledad, que por cierto se atribuye al gran Manuel Tolsá.

La colocaron en una base y a sus pies sus capotes y muletas. La cargaron en hombros y realizaron un corto recorrido por los alrededores del templo del Carmen…

Y así fue creciendo tanto la participación, la devoción y la tradición misma.

La gran y querida Lupita Romo, junto con el torero potosino don Fermín Rivera, y otros distinguidos miembros de la sociedad potosina y española se suman a principios de los años 60´s fundando Tradiciones Potosinas, como órgano para seguir dándole vida y organización misma a la gran Procesión.

Que desde aquella noche de 1953 con unos cuantos toreros como iniciadores, hoy se suman más de 2000 cofrades de todas las parroquias de San Luis que para orgullo de los potosinos, nuestra procesión no es mejor ni menor que la procesión sevillana como antes se le comparaba, es única…

Es nuestra Procesión. Esa que se viste de fina mantilla y traje de charro, de manta indígena y capucha, de heraldos europeos y rebozos de Santa María, de guardia romana y chirimía, de potosinidad, hispanidad y grandeza ante el monumental silencio de una fervorosa y creyente capital potosina.

Es nuestra Procesión del Silencio de San Luis Potosí.