(Jilani S, New York Times; abr 3, 2022)
Tercera parte
Durante su residencia, los médicos no duermen, pasan hambre, se les dice todo el tiempo que no son lo suficientemente buenos y trabajan cien tortuosas horas a la semana.
Los médicos residentes suelen trabajar los fines de semana y los días festivos, muchas veces con solo cuatro días de descanso al mes.
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Actualmente, la normativa del Consejo de Acreditación para la Educación Médica de Postgrado, no permite que los médicos residentes trabajen más de 80 horas a la semana en promedio en periodo de cuatro semanas, pero algunos residentes sienten que deben mentir en sus hojas de asistencia para evitar el escrutinio.
A pesar de las experiencias agotadoras, la profesión médica suele estigmatizar a los médicos que buscan atención en materia de salud mental.
En un artículo de 2017, alrededor del 40 por ciento de los médicos dijeron estar renuentes a buscar atención de salud mental porque les preocupaba que se pudiera poner en riesgo sus posibilidades de obtener o renovar su licencia médica.
Cuando los médicos se arman de valor para buscar ayuda, es posible que tengan que hacerlo en el mismo hospital donde trabajan, donde pueden ser reconocidos por pacientes y colegas.
Glen Gabbard, profesor clínico de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Baylor, ha dedicado buena parte de su carrera a tratar médicos, explicó por qué a sus pacientes médicos les cuesta admitir que necesitan atención, piden ayuda a través de consulta rápida fuera del consultorio.
A medida que nos adentramos en el tercer año de la pandemia y nos acercamos al millón de estadounidenses muertos, es hora de que el sistema sanitario estadounidense reconozca las consecuencias para sus médicos y lo que les debe.
Los dos últimos años se han caracterizado por ataques violentos contra los profesionales de la salud, acompañados de jornadas laborales extenuantes, pacientes más enfermos, pagos limitados de primas de riesgos laborales y sacrificios familiares.
Los médicos somos testigos de los momentos más amargos y gloriosos de la humanidad, por lo que es natural que nos sintamos profundamente conmovidos y a veces consternados por ello. Reconocer esta vulnerabilidad no es debilidad…puede hacernos mejores. Que los médicos se atrevan a mostrar su humanidad debe estar por encima de la frialdad e indiferencia de los formularios de la institución médica.