Nos estamos acercando al final del tiempo de Cuaresma; se abre la puerta a la intensa experiencia pascual. Recorremos este camino de ayuno, limosna y oración, centrado en la persona de Jesús, para aprender de él a vivir de una manera más abierta, solidaria y justa… ¿Qué nos enseña hoy el maestro? Al leer el texto del evangelio de hoy, imagina que estás presente en la escena: mira que hacen las personas, escucha que dicen y como actúan … en especial Jesús:
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Evangelio según san Juan 8, 1-11
Jesús se dirigió al Monte de los Olivos, y al día siguiente, al amanecer, volvió al templo. La gente se le acercó, y él se sentó y comenzó a enseñarles.
Los maestros de la ley y los fariseos llevaron entonces a una mujer, a la que habían sorprendido cometiendo adulterio. La pusieron en medio de todos los presentes, y dijeron a Jesús:
—Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de cometer adulterio. En la ley, Moisés nos ordenó que se matara a pedradas a esta clase de mujeres. ¿Tú qué dices?
Ellos preguntaron esto para ponerlo a prueba, y tener así de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y comenzó a escribir en la tierra con el dedo. Luego, como seguían preguntándole, se enderezó y les dijo:
—Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra.
Y volvió a inclinarse y siguió escribiendo en la tierra. Al oír esto, uno tras otro comenzaron a irse, y los primeros en hacerlo fueron los más viejos. Cuando Jesús se encontró solo con la mujer, que se había quedado allí, se enderezó y le preguntó:
—Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?
Ella le contestó: —Ninguno, Señor.
Jesús le dijo: —Tampoco yo te condeno; ahora, vete y no vuelvas a pecar.
Reflexión:
Jesús es un maestro, un pedagogo, … nos enseña como ser mejores personas; ante una trampa que le tienden, presentándole a una pecadora, nos confronta a cada uno, con nosotros mismos, para que antes de juzgar y condenar a otros, revisemos nuestras faltas de amor y caridad; para que primero nos corrijamos a nosotros mismos. Así, como se acerca a la mujer, se acerca a nosotros, nos perdona e invita a ser mejores personas y alejarnos de lo que nos impide:
• siendo misericordiosos, ante quienes como nosotros son pecadores (tal vez menos que nosotros),
• ser justos, y antes de condenar al otro, ofrecer una ayuda y posibilidad de rehabilitación, y
• no pecar (dañar a los demás, a uno mismo y a la creación).
Hoy Jesús nos enseña a ser justos y misericordiosos, como son Él y su Padre (cfr. Lucas 6, 36).
¿Reconozco que soy pecador?… ¿Qué puedo hacer para convertirme de mis faltas?… ¿Soy misericordioso y justo con los demás?
BuenDomingo #OremosPorLaPAZenMéxico
Alfredo Aguilar Pelayo
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