Existe todo un debate acerca de cómo debería ser la vida sexual después de los hijos. Hay mucha idealización y demasiadas suposiciones.
Sin embargo, es evidente que cada pareja es un mundo y no existe una regla escrita que dictamine cómo deberían ser nuestras relaciones sexuales después de convertirnos en padres o madres. Lo que sí es evidente es que el sexo cambia: analizamos las causas y posibles soluciones de la mano de una experta.
La sexóloga y psicóloga Carmen Montoro, del centro de psicología Promethea en Granada, advierte que cuando llega un hijo, o varios, no es que se deje de lado la vida sexual, sino que todo cambia: “Se modifican tus relaciones sociales, la dinámica familiar, la de la pareja, tu propio autocuidado como madre o padre, la manera de implicarse en el trabajo.
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Ser madre nos lleva a cambiar como persona y, por eso, es lógico que el área sexual también se modifique. También ocurre en el área de comunicación, por ejemplo, porque es evidente que ya no puedo hablar tranquilamente con mi pareja ni encontrar demasiados momentos para la intimidad”.
El sexo después del parto
La experta en sexualidad recuerda que durante el posparto, las madres se centran (y así han de hacerlo) en el bebé. “Como seres humanos, cuando nacemos, somos totalmente dependientes y sin la presencia de un adulto no hacemos nada. El cerebro de la mujer está diseñado para que la cría sobreviva.
Es más, el llanto del bebé es como es para que se produzca una respuesta en nosotras y podamos atender y proteger sus necesidades”, matiza.
Afirma que existen factores externos que pueden afectar al sexo. Por ejemplo, con la episiotomía (en caso de que se produzca), la cesárea o el parto en sí: “Existe una bajada del deseo de la mujer, la líbido, por las secuelas que deja una operación; con el factor añadido de que hay un bebé que depende de ti. Y hay una herida que tiene que cicatrizar, con las consecuencias psicológicas que conlleva”.
El tema hormonal también influye en la mujer. Cuando se produce el parto hay hormonas que disminuyen, como es el caso de la progesterona o los estrógenos, fundamentales en el deseo sexual. También hay otras que aumentan, como la prolactina, que promueve la lactancia.
“También está la oxitocina, que se produce y aumenta cuando el bebé está mamando, provocando placer y generando que nos sintamos bien. Al final, ayuda a crear un vínculo entre la madre y el bebé. Por tanto, el cuerpo se encarga de que sientas placer tras amamantar a un bebé, a pesar del dolor, las grietas y el cansancio”, añade.
Los cambios corporales tras la maternidad
Carmen Montoro detalla que otro factor que influye en el deseo sexual es el tema del cuerpo. “Nuestro cuerpo tardará en cambiar, aunque no volverá a ser el mismo. Puede incluso ser mejor que antes, pero nunca será igual”, sentencia.
Al final, esta situación puede afectar al autoconcepto que la madre tenga sobre su propio cuerpo. Es decir, a cómo vea su pecho, su barriga, la celulitis que puede surgir, etc.
“Todo eso puede provocar inseguridades en la mujer y que, por tanto, no quiera desnudarse delante de su pareja porque no se haya hecho aún a la idea de su propia imagen corporal”, asegura la experta.
Y añade que, en las relaciones sexuales, cuando se tiene un bebé, “tu cuerpo te convierte en madre”. “Al final, tu cría tiene que sobrevivir y por tanto, has de ser consciente de que te va a llevar un tiempo salir a flote y volver a convertirte en mujer”, sentencia.