TCL con Biden y Trump, un Problema de Seguridad Nacional Para México

Carlos Ramirez

Con el papel activo del embajador estadounidense Ken Salazar, el presidente Joseph Biden sacó el Tratado de Comercio Libre del terreno natural de la integración productiva entre dos economías y lo convirtió en un instrumento geopolítico de amenaza a la seguridad nacional mexicana.

La estructura formal del acuerdo establece mecanismos legales y tribunales especializados para atender las controversias presentadas por algunas de las partes; sin embargo, la Casa Blanca de Donald Trump y Joseph Biden ha utilizado el tratado para imponerle a México enfoques proestadounidenses de seguridad nacional.

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Como el embajador John Gavin en 1984-1985, el hoy embajador Ken Salazar esta organizando a los empresarios mexicanos para que se opongan al contenido de la ley energética que se debatirá en un par de semanas en el Congreso mexicano. Pero el diplomático ha cometido dos errores estratégicos: involucrarse como representante de Estados Unidos en un asunto mexicano y utilizar el lenguaje de las amenazas contra México si Palacio Nacional no se somete al enfoque belicista de la Casa Blanca en Ucrania.

El comportamiento del embajador Salazar ha hecho trizas el espíritu del Encuentro Bicentenario que se basa en el respeto mutuo a la soberanía de dos Estados y en el reconocimiento a los enfoques y estrategias de la seguridad nacional de ambas naciones.

En el fondo, Estados Unidos está mezclando negocios con políticas de Estado y quiere imponer por la fuerza la doctrina estadounidense de seguridad nacional, sin respetar los criterios geopolíticos y de seguridad nacional de México en su estrategia recién asimilada de vinculación de política exterior-seguridad nacional-doctrina de defensa nacional.

La Casa Blanca a través del embajador Salazar quiere obligar a México a sumarse a las sanciones contra el gobierno de Rusia por la guerra estadounidense –a trasmano del desprestigiado gobierno de Zelenski-– en Ucrania. La decisión mexicana de condenar la invasión rusa y no sumarse a las sanciones ordenadas por el gobierno de Estados Unidos está siendo convertida en un principio de política exterior que estaría siendo analizada por otros países latinoamericanos y caribeños que tampoco quieren apuntalar la aventura belicista de la Casa Blanca en Ucrania.

Los documentos del Tratado y del Encuentro Bicentenario delinearon con mucha pulcritud los espacios legales para la solución de controversias, a fin de evitar lo que la Casa Blanca hoy quiere manipular: usar la amenaza de revisiones unilaterales del Tratado para evitar que el gobierno mexicano utilice su capacidad soberana para aprobar las iniciativas de ley le convengan a su soberanía.

El presidente Biden está copiando el estilo del presidente Donald Trump cuando amenazó a México con castigos arancelarios si Palacio Nacional no tomaba decisiones de seguridad para frenar las caravanas de migrantes centroamericanos y caribeños rumbo a Estados Unidos. El problema radicó en la arbitrariedad de la Casa Blanca, como hoy lo repite el presidente Biden, para contaminar un documento de valor jurídico muy estricto que es el Tratado con amenazas para que México se someta a los dictados estadounidenses.

El embajador Ken Salazar está convirtiendo el Tratado comercial en un instrumento de presión geopolítica de Estados Unidos que violenta la seguridad nacional mexicana, la política mexicana de defensa nacional y los principios de autonomía de la política exterior de México.

El intervencionismo de Biden en México, la violación de la soberanía nacional por parte del embajador Salazar y la interrelación del Tratado comercial como instrumento de presión geopolítica de Estados Unidos son una señal de advertencia de la estrategia de Estados Unidos para usar todos los instrumentos de poder a su favor en su intento de obligar a la política exterior y la seguridad nacional mexicanas a subordinarse a los objetivos bélicos de la Casa Blanca.
La manipulación estadounidense del Tratado y las amenazas intervencionistas del embajador Salazar destruyeron ya el espíritu del Encuentro Bicentenario y regresaron a Estados Unidos a los tiempos de Nixon y Reagan de amenazar con intervenciones a México.

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