La tenista japonesa se impuso a la suiza Belinda Bencic y ahora espera rival entre la polaca Iga Swiatek y la estadunidense Jessica Pegula
Tras un desafiante año en el plano deportivo y mental, la japonesa Naomi Osaka está de vuelta en una final gracias al triunfo del jueves ante la suiza Belinda Bencic en las semifinales del torneo WTA 1000 de Miami (Florida).
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La exnúmero uno del tenis femenino logró una emocionante remontada frente a Bencic, medallista de oro en los Juegos de Tokio-2020, por 4-6, 6-3 y 6-4 y espera rival del cruce entre la polaca Iga Swiatek y la estadunidense Jessica Pegula.
Sellado el pase, tras dos horas de batalla, Osaka saludó a su rival y se sentó en su silla cubriéndose con una toalla las lágrimas, esta vez de emoción.
Solo quiero dar las gracias a todo el mundo. El ambiente era realmente bueno”, dijo después a los aficionados.
Maldita sea, siempre estoy llorando, pero este torneo significa mucho para mí”, agradeció la japonesa, quien se crió en el estado de Florida.
Osaka es una de las figuras de mayor nivel que han puesto sobre la palestra los problemas de salud mental en el deporte de élite.
A sus 24 años cuenta con un envidiable palmarés con cuatro títulos de Grand Slam, pero su decepcionante temporada 2021 la llevó a caer hasta su actual puesto 77 de la WTA.
El año pasado, al retirarse durante Roland Garros, la japonesa reveló que había sufrido varios episodios de depresión y ansiedad durante su carrera.
Posteriormente renunció a competir en Wimbledon en medio de una controversia por su negativa a participar en ruedas de prensa, que le costó una multa en Roland Garros.
Después se despidió prematuramente de los Juegos de Tokio, en los que fue elegida para encender el pebetero olímpico, y del Abierto de Estados Unidos, cuando se tomó un descanso del tenis hasta el inicio de esta temporada.
Este mes Osaka todavía vivió un duro episodio durante su segundo partido en el torneo de Indian Wells (California), también de categoría WTA 1000, cuando se quebró en lágrimas en pleno partido al recibir un insulto desde la grada.