Cuanto mayor sea tu interés y tus ganas por aprender, más fácil va a ser que puedas manejarte de forma placentera con personas diferentes
Es cierto que la experiencia es un grado. Pero quizás estamos dando demasiado por sentado que, en cuestión de sexo, cuanto más prácticas, mejor lo haces y más sabes, dando lugar al que es uno de los grandes mitos de la sexualidad.
Para empezar porque eso de “tener mucha experiencia” es algo relativo. Sí, en un currículum podemos comprobar que esa persona ha desarrollado diferentes funciones e imaginarnos qué capacidades se ha visto obligado a desarrollar. Incluso podemos consultar a empleadores anteriores. En lo que refiere al sexo, haber tenido muchas relaciones no siempre significa que esa persona haya aprendido y haya ido mejorando. Además, es mucho más difícil llamar a sus exparejas para comprobarlo.
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“La experiencia es muy subjetiva”, incide en esta idea la sexóloga Núria Jorba. “Quizás una persona solo ha tenido una pareja, pero ha experimentado mucho. En cambio, otra ha tenido muchas parejas, pero ha podido profundizar poco en la sexualidad. Así, cada vez que empieza con alguien nuevo, genera el mismo patrón y, al no haber confianza, nadie le comenta que eso no le gusta y sigue creyendo que lo hace todo bien”, ejemplifica como una de las situaciones más habituales.
Mucha práctica, pero poca teoría
Entonces, ¿por qué siempre tendemos a pensar que, en el arte del sexo, la experiencia hace al maestro? Este mito se fundamenta principalmente en dos ideas. La primera es que seguimos pensando que la cantidad importa más que la calidad. No obstante, nadie suele preguntar por la calidad de las relaciones, sino por cuánto duran y cuántas veces se tienen por semana. Cuando quizás ese no sea el dato más importante.
Así lo han demostrado estudios como el publicado en el Journal of Economic Behavior & Organization. En el mismo, un equipo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon de Pensilvania estudiaba la relación entre el sexo y la felicidad,. La respuesta que encontraron fue que lo que aumenta la felicidad es el sexo de mayor calidad, no una mayor frecuencia. La otra idea a desterrar es que el sexo solo se aprende a base de práctica. Como si no nos hiciera falta saber nada de teoría.
Si traspasamos esta idea a la cocina, hay quien piensa que todo es ponerse, y quien sabe que, para cocinar bien de verdad, y no solo salir del paso, hay que tener claras algunas ideas y tener a mano un par de libros de cocina. Pues con el sexo, pasa lo mismo. Podemos hacer siempre el mismo plato, pero para destacar, es necesario aprender, innovar y esforzarse por mejorar.
“Solo la experiencia práctica se queda muy coja”, aclara sobre esta idea el también sexólogo Iván Rotella. “Por eso es muy importante leer, conversar, intercambiar opiniones y experiencias, escuchar, tener receptividad y tener una actitud abierta al aprendizaje”.
De hecho, uno de los grandes problemas de la sexualidad es que pasamos a la práctica, habiendo aprendido muy poca teoría. Y la que tenemos no siempre proviene de las fuentes más adecuadas. Sobre todo, ante la falta de una educación sexual formal. “Normalmente se acude a Internet, ir a un experto lo seguimos viviendo como un recurso ante un problema, nos cuesta pensar que también sirven para asesorarnos, informarnos y guiarnos de forma personalizada ante una duda”, puntualiza Jorba.
No obstante, otro de los grandes errores es acudir con nuestras dudas a un amigo con más experiencia o al ‘follólogo’ de turno, que pretende darnos las claves basándose en su propia vivencia en particular, sin entender que el sexo es una ciencia y que muchas veces, lo que menos funciona, es generalizar.
¿Y entonces qué hace a un buen amante?
Teniendo claro que tener mucha experiencia no nos hace necesariamente mejores, si esta no ha sido de calidad, cabría preguntarse qué es lo que podemos hacer para ser unos amantes mucho más competentes. “La experiencia normalmente ayuda, es cierto, pero es solo un extra”, aclara una vez más Jorba. “Lo que nos ayudaría es el conocer los cuerpos, el saber cómo funciona la sexualidad y, sobre todo, a aprender las habilidades sexuales, es decir, conocer el cuerpo del otro, saber empatizar con las necesidades, saber hablar del tema con naturalidad, etc. Deberíamos formarnos todos en conocer la fisiología, los puntos de placer y aprender a comunicarnos”, apunta como receta la sexóloga.
Aporta otra idea clave Iván Rotella. “Una cuestión importante es el interés, la motivación”. Al final querer ser un buen amante, consiste en esforzarse en serlo, y para eso hay que estar abierto a aprender y mejorar, y no simplemente repetir una y otra vez la misma receta. “Cuanto mayor sea tu interés y tus ganas por aprender, más fácil va a ser que puedas manejarte de forma placentera con personas diferentes.”
Por último, Rotella concluye que hay cosas que sí se pueden aprender con experiencia, pero no de cualquier manera. “Hay aspectos a cultivar, por ejemplo, la escucha, la curiosidad, la empatía, el aprendizaje, el humor, el juego. Es muy importante ser consciente que lo que le gusta a una persona puede no excitar a otra y que cada experiencia erótica es una experiencia nueva, hayamos tenido las que hayamos tenido. Por eso es tan importante profundizar en tu aprendizaje y tu escucha y no quedarse con los típicos ‘tips’ que puede ofrecer cualquiera”.