Organizaciones deportivas de ambas naciones ofrecen refugio, entrenamiento y competición a los deportistas que huyen de la guerra
Clubes deportivos de Bulgaria y Bosnia están ofreciendo refugio, entrenamiento y competición a los deportistas que huyen de la guerra, en otra muestra de solidaridad mundial con Ucrania.
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Mihail Minchev, de 34 años, propietario y entrenador del club de tenis Hispano, cerca de la ciudad de Varna, en el Mar Negro, fue uno de los que respondió al llamado de ayuda de la federación búlgara de tenis después de que la invasión rusa trastornó la vida de millones de personas en Ucrania.
Tenía que hacer algo”, dijo Minchev, que se ofreció a acoger a dos familias con tres tenistas adolescentes de otra ciudad del Mar Negro: la ucraniana Odesa. “No podía limitarme a ser un espectador indiferente y ver lo que ocurre en la televisión desde mi sofá como si fuera un ‘reality show'”.
Una de las recién llegadas, Sasha Groza, de 14 años, ha ganado competiciones en Odesa, sueña con vencer algún día elAbierto de Australia y admira a la número 1 femenina británica Emma Raducanu.
“El tenis es mi vida”, dijo Groza en el apartamento de Minchev antes de una sesión de entrenamiento.
Agradece la amable acogida de Varna, pero no acaba de entender lo que ha sucedido. “Nuestros padres se quedaron en Ucrania, nuestras abuelas, abuelos se quedaron en Ucrania. Es muy triste”.
La asociación de tenis búlgara, por su parte, ha ayudado hasta ahora a unas 12 familias con jóvenes tenistas. Tiene previsto incluirlos en los torneos nacionales sin necesidad de inscripción previa.
TRAUMA DE GUERRA COMPARTIDO
En Bosnia, los recuerdos de su propio y devastador conflicto de hace tres décadas alimentan la compasión.
Cuando las chicas nos preguntaron por qué las ayudábamos, les dijimos que nosotras mismas éramos niñas de la guerra, que huimos con nuestras madres mientras otros nos ayudaban”, explica Anita Glibic, directora del Club Estudiantil de Voleibol (SOK)de la ciudad sureña de Mostar.
El SOK acoge a siete jugadoras del club ucraniano Balta, y se esperan cuatro más en respuesta a una invitación abierta a las jugadoras de voleibol ucranianas. El club está proporcionando alojamiento, comidas y entrenamiento.
Viajamos durante cuatro días (…) con largas estancias en las fronteras. Fue muy difícil”, dijo Varvara Koltsova, que llegó con su hijo de tres años.
Otra jugadora ucraniana, Olha Kachur, dijo que por fin se sentían seguros sin guerra ni bombas.
Creo que ninguna de las personas que huyeron de Ucrania tiene ahora un plan sobre qué hacer (…) Por supuesto que queremos volver a casa con nuestras familias, nuestros amigos, pero ahora no sabemos cuándo terminará la guerra”, dijo. “Me siento un poco culpable porque yo estoy a salvo y ellos no”.