Para todos nos son bien conocidas la violencia, la corrupción y la impunidad desde ya hace varios, que digo varios, muchos años. En lo que nunca nos capacitaron fue en el descaro, desfachatez, desvergüenza y atrevimiento con el que el obispo de palacio aborda los asuntos.
El cinismo se le sale por los poros como si fuera un orgullo a presumir. Muecas que nos tenemos que tragar sin necesidad de consultas populares.
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Un legendario Super Mario Bros que ya brincó al siguiente nivel, uno ofensivo e irrespetuoso pasando por encima de cualquier dolor humano. Viva el amor al prójimo.
En su derecho de réplica, se sumerge en la más burda de las defensas como fue en el caso Houston, ese de la alberca de 23 metros, exhibiendo y cuestionando a los periodistas sobre el monto y origen sus ingresos. Como elemento distractor, cortina de humo le llaman, fue malísimo.
Pongo en la mesa a Abraham Maslow (1908-1970) con su libro Motivación y Personalidad: “En aquellos países en los que se suprimía el acceso a las noticias, a la información y a los hechos, y en aquellos otros en los que los hechos evidentes contradecían profundamente las teorías oficiales, algunas personas reaccionaban con un cinismo generalizado, con desconfianza hacia todos los valores, con suspicacia incluso ante lo evidente, con una profunda ruptura de las relaciones interpersonales corrientes, con desesperanza, pérdida de moral”.
Chequen este truco: dice su escudero Ibarra, que la gente no votó por López Obrador, que su voto fue por un cambio de régimen, más equivocado no puede estar.
Que yo me acuerde en mi boleta no decía Cuarta Transformación. Su gente votó en contra de tres, de las principales, dolencias crónicas sufridas: la violencia, la corrupción y la impunidad. Todas ellas como ingredientes importantes del menú en la eterna campaña de López Obrador.
Su electorado no votó en contra de las guarderías, tampoco en contra del Seguro Popular o en contra de los medicamentos ni de la demolición de instituciones dejando a la población más vulnerable, a esa que usó de escalón para llegar a la silla, en tierra de nadie. ¿Quién es quién en las mentiras?
Una más:
¿Estás de acuerdo en que, a Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo? Será la pregunta a responder el 10 de abril de parte del INE, ese que todavía es de todos, en una revocación que si el mismo López Obrador está promoviendo no debe de traer nada bueno. Me explico:
1.- El ejercicio de la votación será válido, sí o sí. Cuenta con el 66% de aprobación, por lo tanto, es muy factible que ajuste el 40% del padrón con solo sus bases.
2.- Si pierde será motivo suficiente para alegar, como siempre, que hubo fraude y de esa manera desaparecer al INE de un solo estornudo con covid. También, si pierde, seguiría la elección del interino o sustituto, proceso con fuerte carga Morena. Esto como plan “B”.
3.- Y si ganara, tendrá toda la artillería necesaria para allanar el camino con vistas al 2024 y desaparecer, no solo al INE, también a todo lo que mueva en mi México lindo y querido.
4.- Dicho ejercicio, gane o pierda, le servirá a Morena para medir sus bíceps rumbo al 2024.
Siguiendo la teoría de Chuck Norris de bolsillo y en una línea como de truco demagogo, la pregunta en todo caso sería que si estamos de acuerdo en seguir con el régimen de la 4T independientemente de quien caliente con sus chapeadas la silla y con eso tal vez un empate sería como una amarga victoria, pero victoria al fin.
El último en salir le apaga por favor.
@barrerArq
