¿Cuánto es hacerlo poco?

La realidad es que no hay un número exacto de relaciones sexuales que se considere el ideal.
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Aunque hay datos que apuntan a que hacerlo una vez a la semana es lo normal en España (según el estudio Ulises, publicado en 2017), la realidad es que no hay un número exacto de relaciones sexuales que se considere el ideal, ya que, no es tan importante el cuánto sino el cómo.

“Hacerlo dos veces a la semana puede considerarse una frecuencia suficiente para una persona, porque le basta para cubrir su necesidad sexual y quedarse satisfecha, pero ser insuficiente para otra, porque no alcanza a satisfacer su necesidad sexual, o incluso, puede ser demasiado para otra porque sobrepasa su nivel de deseo erótico”, explica Viejo.

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Una misma frecuencia “puede ser considerada mucho, poco o adecuado en función de cada persona y de su nivel de deseo erótico”.

“¿De qué me sirve tener todos los días sexo si no lo disfruto? ¿Y si lo vivo como una rutina o una obligación (es lo que toca)? ¿Quién dice que tener sexo compartido sólo los fines de semana es malo o rutinario, si yo cuando lo practico me lo paso genial? ¿Quién marca el cómo, cuándo y cuánto?”, se pregunta Ana Blázquez, experta en sexología y terapia de pareja.

La sexualidad es “placer, disfrute y compenetración con la o las otras personas”, por lo que, en opinión de los expertos, en este caso, como en muchos otros, “es más importante la calidad que la cantidad”.

La clave en una pareja, como casi todo en esta vida, “está en el equilibrio, en que ambos estén a gusto en la frecuencia, en la manera y en la resolución de la forma de disfrutar de la sexualidad compartida”, señala Blázquez.

Para Viejo la respuesta a cuántas veces hay que hacerlo para tener una buena relación de pareja es sencilla: “Las que nos apetezca, sean más o menos”. Y es que “no hay un número de veces más indicado que otro”, todo dependerá de la pareja y de la situación de cada uno.

En su opinión, como en la de Blázquez, “más que poner un número exacto de veces, lo adecuado es pensar en si tenemos una relación más o menos activa en función del grado en que nuestras necesidades sexuales queden cubiertas o no”.

Poner “un valor numérico” tan solo “va a generar tensión, frustración y presión en la pareja, cuando las relaciones eróticas no son una competición”.

Una relación de pareja sana “no será más activa por hacerlo más veces, ya que, si no se disfruta de esos encuentros ¿Qué más dará cuantas veces lo haga? Seguiré estando insatisfecho o insatisfecha ya que a lo que realmente daré importancia es al número de veces que lo haga y no a si lo que he hecho me ha producido placer”.

Por todo ello, su consejo es “empezar a dejar de preocuparnos por el cuánto y empezar a prestar más atención a cómo”.

Razones de la pérdida del deseo

Si, como comentan las expertas, las relaciones íntimas con la pareja son menos frecuentes pero de calidad, no es motivo de preocupación.

Sin embargo, si, además de hacerlo con poca frecuencia los encuentros íntimos entre los miembros de una pareja no son satisfactorios es posible que algo falle. Como señalan las expertas es normal que con el paso del tiempo el deseo disminuya por muchas razones.

Las más importantes, según comenta Viejo, serían “tener un mal estado de salud tanto físico como mental”, pero hay otros como la autoestima.

En su opinión, “la autoestima también va a ser un factor clave ya que sino tenemos una visión positiva de nuestra imagen corporal va a ser muy complicado poder sentirse agusto en ese terreno”. Es importante “querernos a nosotros mismos para poder ser queridos por los otros”.

Otro factor importante es el estrés. “Estamos tan ocupados en el día a día con el trabajo, las tareas del hogar, los compromisos y la vida familiar y social que descuidamos por completo nuestra sexualidad dejándola siempre en un segundo plano y poniendo excusas como la falta de tiempo”, relata Viejo.

Por eso es tan importante “adjudicarle un espacio a la sexualidad”.

Otro factor que influye en la falta de deseo hacia mi pareja es, según Viejo, “la rutina o la monotonía en nuestas relaciones sexuales”. Esto, explica, “también influye mucho en la disminución del deseo erótico, ya que pueden llegar a resultarnos aburridas y/o poco placenteras”.

Para evitar que esto ocurra uno de sus consejos es dejar de centrarse en el coito como única forma de tener sexo en pareja. “Una sexualidad coitocentrista sin duda va a perjudicar en gran medida al deseo erótico. Si no se disfruta de los encuentros eróticos va a ser muy complicado tener interés por el sexo a medio y largo plazo”, indica.