Hace 33 años terminó la relación que la cantante Sasha Sökol y el productor Luis de Llano tuvieron y ha sido esta semana que la cantante ha usado sus redes sociales para hablar públicamente del tema y del abuso que vivió: cuando la relación comenzó ella tenía 14 años y él 39.
Las declaraciones de la exintegrante del grupo Timbiriche llegaron después de que el pasado domingo en el programa que Yordi Rosado tiene en YouTube éste entrevistó a Luis de Llano y el productor aseguró que había sido una relación de apenas medio año y con el consentimiento de la madre de Sokol.
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Sin embargo, Sasha ha aclarado que fueron cuatro años -desde que tenía 14 hasta los 17- que estuvieron juntos.
Al respecto María del Rosario Alfaro Martínez, una de las fundadoras y directora ejecutiva de “Guardianes”, programa de la Asociación Civil Afectividad y Sexualidad, habla sobre el por qué una víctima de abuso no alza la voz en el momento, sino incluso varias décadas después.
“Las víctimas no hablan cuando quieren, hablan cuando pueden”, apunta.
María del Rosario, consejera del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de México (SIPINNA), explica que al hablar de un menor de edad con una persona mayor se trata de una situación de abuso donde además la figura del adulto tiene un papel de protector y esto es lo que hace que la víctima sienta dependencia hacia él y pueda confundirlo como una situación romántica.
“La madurez debe estar en las personas adultas para saber que eso es un delito, tener relaciones con un menor de edad es un delito. Sería diferente si ella hubiera tenido 20 años y Luis cuarenta y tantos, pero cuando alguien siendo mayor de edad se aprovecha de un niño o adolescente estamos hablando de abuso”.
“Niñas, niños y adolescentes no tienen la posición de dar su consentimiento con adultos”, detalla.
La experta explica que entre los síntomas que tiene una persona que vivió violencia sexual en su infancia está la disociación traumática, que significa una separación de lo que el cuerpo siente, derivando en trastornos de alimentación, sexuales, consumo de sustancias o problemas de ansiedad, pero además pueden sufrir amnesia.
“Una víctima de abuso sexual no lo va a querer recordar. Es un recurso para sobrevivir al dolor emocional y muchas víctimas lo olvidan y se van a acordar muchos años después. No es porque no hayan querido ni porque estén buscando atención, las personas que dicen eso son muy ignorantes; si estuvieras buscando atención lo peor que puedes salir a decir es que fuiste víctima de abuso sexual porque te etiquetan horrible, no es que te hagan famoso”, apunta.
“Necesitamos que alguien pueda ver nuestro dolor para encontrar en ello justicia y sanación entonces que lo hable y dé voz es muy importante y que la sociedad pueda recibir con más conciencia este tipo de denuncias podría ayudarle”.
La víctima siente culpa y vergüenza
Alfaro Martínez detalla que además de bloquear el recuerdo existen sentimientos de culpa y vergüenza porque el vínculo con el agresor no es de odio, generalmente es de amor y admiración y mientras más se quiere y admira a alguien es más difícil reconocer que hizo algo mal.
“El abuso sexual viene envuelto en cariño, besos, abrazos, palabras de afecto y además en la infancia es una persona que no solamente es el agresor sino que también cuida, acompaña, educa. Eso complica mucho más que una víctima vaya a poder denunciar esta situación”, dice en entrevista.
Con respecto a Sasha, quien es recordada no sólo por su trabajo musical sino por protagonizar telenovelas como “Alcanzar una estrella II”, aplaude que en su momento su familia la sacara de Timbiriche, aunque también señala que el problema de adicciones que tuvo (ha declarado haber consumido cocaína) pudo ser una consecuencia del abuso que vivió.
Destaca que bajo el contexto en el que sucedió, en la década de los 80, pudieron haberla acusado de otras cosas, como por ejemplo que ella tuvo la culpa.
La experta comparte que para prevenir es importante que las niñas y niños se sientan cómodos en su cuerpo con una educación sexual adecuada a la edad y sensibilidad de los niños donde aprendan a distinguir entre una caricia de ternura (en la que no nos escondemos, la puede recibir un amigo o familiar y dejan una sensación cómoda) y una caricia incómoda o erótica (que no se dan en público, son exclusivas entre el abusador y el niño y dejan una sensación de incomodidad).
Además comparte una serie de primeros auxilios emocionales que se utilizan en la asociación Guardianes para acercarse a alguien que sufrió abuso sexual infantil y que, asegura, pueden llevarse a cabo aunque la persona no sea psicólogo.
1.- Creerle a la víctima.
2.- Dejar que la persona hable y exprese sus emociones que son generalmente tres: vergüenza, culpa y rabia.
3.- Calmar: enseñarlo a que se recupere, volver a poner su mente en calma cuando nos está contando esta situación, por ejemplo con ejercicios de respiración.
4.- Dar información: decir con palabras ‘te creo’, recordarle que no fue su culpa, que de niños o adolescentes no es su responsabilidad lo que pasó.
5.- Normalizar sus emociones: hacerle ver que todas las emociones que siente, incluso las de malestar, es importante que las tenga.
6. Consolar: no darle expectativas de que está bien sino darle esperanza de que empieza un proceso.
7. Llamado a la acción: debe haber una denuncia pública, si es que no puede ser legal. Buscar ayuda profesional como terapia con alguien capacitado en problemas de estrés postraumático.