Casi ciego, esquía a 100 km/h en Paralímpicos de Invierno

Casi ciego

Prácticamente ciego, el británico Neil Simpson baja por las pistas de esquí de los Juegos Paralímpicos de Pekín a 100 km/h. ¿Su secreto? Un guía, su hermano, que desciende por delante y con el que se comunica a través de un micro y un auricular.

En el esquí alpino para discapacitados existen tres categorías: ‘de pie’ para los que pueden mantenerse en esa posición, ‘sentado’ sobre un monoesquí para los que tienen discapacidad en las piernas y ‘deficientes visuales’.

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En esta última categoría, un guía, sin discapacidad y con frecuencia un esquiador experimentado, abre la pista y se mantiene al alcance de la vista del deportista paralímpico, con el fin de guiarle en sus movimientos.

La pareja puede hablarse durante la carrera gracias a un emisor-receptor Bluetooth integrado en el casco, similar al que utilizan por ejemplo los moteros para comunicarse entre ellos.

Mi papel es dar a Neil informaciones claras y precisas. Así, sabemos los dos exactamente lo que tiene que hacer”, explicó Andrew Simpson, de 21 años y guía de su hermano.

¿Qué se dicen por el auricular? ¿’Gira a la izquierda’ o ‘gira a la derecha’?

“No”, sonríe Andrew. “Le explico lo que va a encontrarse en el recorrido, si hay baches delante de él, si la pista se hace más pendiente o plana, las trayectorias que debe tomar“.

“También tenemos códigos entre nosotros. Por ejemplo, si me alejo demasiado, él usa la palabra ‘pluma’. Eso significa ‘ralentiza un poco pero no demasiado’, porque si frena en exceso podemos chocarnos”, añade.

“MUY DIRECTO”

A sus 19 años, Neil Simpson sufre desde que nació de nistagmo, una enfermedad que provoca movimientos incontrolables e involuntarios de los ojos y que hace que el paciente vea borroso y con un campo de visión muy reducido.

“Realmente ayuda mucho tener a Andrew como guía”, explicó el joven deportistas en las pistas de competición de Yanqing, en la periferia de Pekín. “A veces puedes ser muy directo, sin miramientos”, dice.

Pasamos los mensajes más rápidamente (…) con un hermano que con otro guía”, lo que supone una ventaja sobre los rivales, destaca Neil.

Los dos jóvenes, que crecieron en la misma familia, están juntos las 24 horas del día durante los Juegos Paralímpicos (del 4 al 13 de marzo), lo que refuerza aún más su complicidad.

“Nos alojamos en la misma habitación, comemos juntos. Nunca estamos lejos el uno del otro. Sabemos exactamente lo que quiere el otro y lo que necesita”, asegura Andrew.

“Si uno de los dos comete un error (en carrera), nos puede afectar a los dos, por lo que la confianza mutua debe ser muy grande“.

ORO Y BRONCE

Una complicidad que da sus frutos: los dos hermanos ganaron el domingo el oro en supergigante, su primer título paralímpico, y al día siguiente se colgaron el bronce en la combinada.

Pese a que su mecánica ahora está muy rodada, de vez en cuando tienen algunos pequeños fallos.

“Por ejemplo, una vez tuvimos un problema durante un entrenamiento. Había mucho viento, por lo que no podía escuchar a Neil”, explica Andrew.

Me pedía poner mis rodillas contra el pecho para ganar en velocidad. Pero entendía que me decía que frenase y frené bruscamente, cuando lo que él quería era que yo fuese más rápido”.