“La fe, implica interpretar el dolor como un paso necesario para alcanzar bienestar en el futuro”.
Quién no ha sido herido por las acciones o las palabras de otra persona? Y ¿Quién no ha dudado en perdonar esa acción?
Hegel menciona que la reconciliación es sinónimo de superación; Cuando el pasado no es superado es necesario un proceso de perdón y reconciliación.
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Una forma de evitar el perdón es el recurso de la excusa; Comprender las razones y las circunstancias que llevaron a cometer el crimen, justifica y se niega la maldad de la persona.
En la excusa se habla de la existencia de atenuantes y de una responsabilidad relativa, los motivos que están alrededor son protagonistas para protagonizar a la excusa. ¿Pero que pasa cundo desenmascaramos a la excusa? Llega la culpa, esta es el inicio para que se logre la condición del perdón; sin embargo, la culpa nos debe de servir de puente para algo más importante que es la responsabilidad.
La excusa puede excusar solo lo excusable, lo inexcusable solo puede excusarlo el perdón, pero para que haya perdón primero debe de haber responsabilidad sobre lo que se solicita el perdón.
En realidad, la culpa es lo que a la vez dificulta y hace posible el perdón, mientras no se asuma la responsabilidad de los hechos, no es posible repara (si es posible) o pedir el perdón.
El rencor de la víctima o del remordimiento del agresor, si quedan anclados en el pasado, impiden que puedan llegar al perdón.
En ambos casos, el tiempo se estanca.
El rencor es necesario para reconocer que ha habido una agresión, el problema surge cuando el rencor no queda atrás y la víctima se queda en él buscando entonces La venganza, sin embargo, es importante tener en cuenta que, vengándose, uno se iguala al agresor. La venganza, acrecienta el mal en lugar de mitigarlo.
El arrepentimiento y el perdón permiten en cambio abrirse al bienestar del alma y al porvenir, ayudado a la conciencia se libere de un pasado que tortura y paraliza.
Para que haya perdón, el pasado debe sobrevivir en el presente como una experiencia y no como una herida que nunca deja de sangrar.
El paso del tiempo ayuda a perdonar, del mismo modo que el perdón ayuda a que el tiempo pase.
Pero sin una conversión por parte de ambos, no se da la reconciliación.
Para iniciar un proceso de reconciliación es importante definir quién es la víctima y quién el victimario y que ambas partes se reconozcan en esa definición.
Los procesos de reconciliación no deben ignorar el modo en que la víctima, el agresor o los testigos están instalados en el mundo, pues esta mirada respecto del acto es la que genera el sentimiento de culpa o la buena conciencia.
Y en este momento cito al escritor José Arregi [¿Y qué dice Jesús? “No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos”. Los maestros de la ley y los fariseos hablan de “pecado”; Jesús habla de “sanos” y “enfermos”, habla de médicos. Es otra religión. La mayoría de nosotros tenemos metido hasta la médula el discurso de la ley y del pecado. Nos dijeron y repetimos: “El pecado es culpa, y la culpa merece castigo, o requiere de unas condiciones para ser perdonado”.
E inventamos el temor de Dios, y pusimos sacerdotes y confesiones para obtener el perdón de los pecados.
Pero no es ésa la perspectiva de Jesús.
A Jesús no le importa quién es inocente y quién culpable. A Jesús no le importa el pecado, sino la enfermedad. No le importa el perdón, sino la salud.
La cuestión no es quién es culpable, sino quién está herido y cómo curarlo, y cómo ser bienhechores y sanadores los unos de los otros.]
Como dice V. Jankélévitch; el perdón es «un acto de valentía y una generosa propuesta de paz» El amor instaura un orden paradójico, pues conduce al perdón de lo inexcusable y al amor al enemigo.
Pero para llegar a ese punto se necesita un proceso para otorgar o pedir perdón, en donde entran factores a parte de la fe, entra la espiritualidad, y la psicoterapia para el trabajo de las emociones y pasiones.
Y me voy a enfocar en la espiritualidad; esta nos sirve como parte de nuestro desarrollo humano;
El crecimiento espiritual nos permite como seres humanos avanzar en las comprensiones de la vida, de tu vida, de la vida de otros, resignifica y avanza a medida que vamos trabajando en nuestro proceso espiritual.
La auto introspección, nos ayuda a tener una autoimagen acertada, y capacidad de autodisciplina, comprensión de nuestra naturaleza, por ende, comprensión de la naturaleza humana.
Si realmente sientes lo que has hecho, una disculpa genuina y sincera puede ayudar a restaurar la confianza. Cuando lamentas profundamente tus acciones o palabras, disculparte te permite a ti y a la otra persona pasar lo que ha sucedido.