Los olvidos de EU: droga y cárteles por consumidores

Carlos Ramirez

En la lógica del control autoritario de la narrativa del poder, el gobierno de Estados Unidos ha definido una estrategia de presión sobre México para obligarlo a combatir a cárteles del narcotráfico sur del río Bravo, pero sin reconocer qué el problema tiene dos explicaciones estadounidenses:

1.- La demanda de droga por parte de los adictos estadounidenses –10% oficial y 60% extraoficial– determina la dinámica de la producción y el tráfico.

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2.- Y el 80% de los Estados estadounidenses tiene presencia solida y autónoma de los nueve cárteles del narcotráfico.

En este contexto las recientes presiones de la Casa Blanca sobre México para obligarlo a asumir el enfoque estadounidense de lucha contra cárteles y capos no solo es unilateral porque nada hace el gobierno americano para combatir a las células del narco dentro de su propio territorio, sino que en realidad representa un instrumento de presión geopolítica para subordinar al gobierno mexicano a la política exterior militarista y bélica de Estados Unidos ahora en zona rusa de Asia.

Desde el 2005, la agencia antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) ha registrado la presencia creciente de los nueve principales cárteles mexicanos en la producción, contrabando, distribución dentro de EU y control del mercado al menudeo de venta de drogas en las calles, sin que existan decisiones u operativos locales para combatir a esos grupos que se han instalado en 45 Estados estadounidenses con la complicidad o la apatía de autoridades locales.

Este dato aporta elementos suficientes para señalar que existe una corresponsabilidad jurídica y moral del gobierno de Estados Unidos con los cárteles mexicanos que operan la droga y que han provocado cifras anuales de 100,000 estadounidenses muertos por el abuso de la droga mortal del fentanilo que produce el Cártel de Sinaloa, apuntado como la principal organización del narco dentro de Estados Unidos.

El último reporte del Departamento de Estado se queja de la operación de cárteles mexicanos en Estados Unidos y culpa a las autoridades mexicanas, pero sigue sin explicar la forma y la responsabilidad de autoridades de Estados Unidos en el ingreso clandestino de droga y el funcionamiento de estructuras criminales mexicanas para distribuirlas por todo el territorio estadounidense sin ninguna interferencia de las autoridades responsables.

La argumentación de que la demanda determina la oferta ya no requiere ningún razonamiento porque se explica en la dinámica de la producción y flujo de droga hacia Estados Unidos para atender las necesidades de los drogadictos estadounidenses.

La estrategia de la Casa Blanca en materia de drogas no se mete con los cárteles mexicanos ni desarrolla estrategias judiciales para combatir el consumo como factor de funcionamiento de la oferta, sino que se concreta a destinar miles de millones de dólares para atender los efectos a posteriori de las adicciones.

Esta falta de decisión del gobierno de Estados Unidos para desalentar el consumo con medidas judiciales explica el auge de los cárteles mexicanos dentro de Estados Unidos y el interés de las autoridades judiciales estadounidenses solo para controlar el flujo bancario de lavado de dinero producto del tráfico de drogas.

La actual ola de presiones estadounidenses sobre México se basa en el concepto violatorio de las relaciones internacionales de caracterización transnacional de los cárteles mexicanos, pero con la determinación de la Casa Blanca de combatir el tráfico y consumo de drogas dentro de su país solo en las naciones que son sede de los cárteles que producen y trafican droga para los consumidores americanos.

El día en que el gobierno de Estados Unidos decida combatir con seriedad el flagelo del narcotráfico tendría que comenzar por desarticular a los cárteles mexicanos que operan en su territorio como células autónomas de funcionamiento criminal y que lo hacen con el aval de las autoridades estadounidenses.

La respuesta mexicana a las presiones del Departamento de Estado sería muy sencilla: enviarle copias a la Casa Blanca de las evaluaciones anuales de la DEA del 2005 al 2021 con una tarjetita que diga: con los atentos saludos de los cárteles mexicanos.

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La política consiste también en restregarle al adversario sus propias responsabilidades.

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