(Adam D. Nature 2022; 601: 312-5)
La schadenfreude no es un valor cristiano. Ni siquiera es un valor ligeramente moral. Jactarse del sufrimiento o muerte de alguien es lo más opuesto a un acto moral que pueda imaginarse….es cruel….mezquino. Es un sentimiento que nos roba la empatía por las personas que no opinan lo mismo que nosotros y desgasta nuestra compasión. Para emplear una expresión que aparece tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, “endurece” nuestro corazón.
“¡No exageres!” “Es una emoción natural”. Es cierto, por lo regular no tenemos ningún control sobre nuestras emociones. Si alguien te tose en la cara con toda intención (o total desconsideración) en el metro, es natural que te enojes, al menos por unos segundos, pero no hay que mantener el enojo o persistir en ello.
Seguramente lo anterior tiene sustento en lo que leemos en algunas comunicaciones, las más de las veces inadecuadas, sin bases firmes ni mucho menos fundamentadas en evidencia científica que apoye nociones que nos permitan, a través de análisis crítico, tener conceptos más claros de las potenciales bondades o no de eficacia y seguridad de medicamentos y vacunas. Nuevamente hacemos referencia de que muchos de nosotros nos consideramos expertos con leer algunas notas por redes con información poco ética o científica.
Sin embargo, hay que enfatizar que cualesquier medicamentos o vacunas pueden asociarse a eventos relacionados y no relacionados, por ejemplo las eventualidades muy raras y graves asociadas a vacunas pueden observarse en tasas de un problema por cada decenas de miles de personas, aunque ciertas molestias transitorias son comunes y varían desde 30 a 70%.
De manera por demás afortunada y como se acaba de publicar en la revista inglesa Lancet, la variante Ómicron de la COVID, es poco agresiva (aunque altamente contagiosa), con la mayoría de las personas infectadas asintomáticas…..en esta cita, los autores se pronuncian a que estamos ante la etapa final de la pandemia……..lo cual esperamos todos.
