(James Martin; sacerdote jesuita y autor de Learning to Pray: A Guide for Everyone; New York Times)
Segunda parte
Esta tendencia humana a sentir schadenfreude, es término alemán que denota la alegría que experimentamos ante la desgracia ajena. Humanos que vivían en cavernas sentían algo similar al ver al enemigo acercarse peligrosamente a un tigre dientes de sable, sin importar las repetidas advertencias, y al terminar engullido como un bocadillo….. “¡Tú te lo buscaste, Og!”
Colin Wayne Leach, profesor de psicología en Barnard College que ha estudiado el fenómeno de la schadenfreude y el regodeo, le dijo a The New York Times hace poco que la schadenfreude que muchos sienten por la muerte de activistas antivacunas deriva de la polarización en Estados Unidos: “En muchos sentidos, es ver a tus enemigos sufrir a causa de sus creencias. Es la justicia más dulce y en parte por eso resulta tan satisfactoria para el otro bando”.
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Independientemente de sus raíces evolutivas, muchas personas experimentan satisfacción cuando pueden decir (o pensar): “¿Ves? Yo tenía razón”. Después de meses de intentar convencer a quienes se oponen a las vacunas, los cubrebocas y el distanciamiento social de que estas medidas no solo los benefician a ellos sino a los demás.
La schadenfreude se encuentra en todo el espectro ideológico. Hace poco, en Fox News, Laura Ingraham, comentarista que a menudo ha dicho que cree en los “valores cristianos”, celebró la noticia de que el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, había dado positivo en coronavirus a pesar de estar vacunado y tener la dosis de refuerzo.
El problema es que incluso un caso leve de schadenfreude es totalmente opuesto a los “valores cristianos”. Jesús nos propuso orar por nuestros enemigos, no alegrarnos de sus desgracias; nos invitó a cuidar a los enfermos, no a minimizarlos.
Cuando crucificaron a Jesús entre dos ladrones, el evangelio de Lucas narra lo que le dijo a uno de ellos, y no fue: “Eso es lo que te mereces”, sino: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. La schadenfreude no es un valor cristiano. Ni siquiera es un valor ligeramente moral. Jactarse del sufrimiento o muerte de alguien es lo más opuesto a un acto moral que pueda imaginarse….es cruel….mezquino.