Talavera embellece ex convento de Santa Rosa, lugar donde nació el mole

El responsable del sitio indicó que casi todas estas piezas que se resguardan, fabricadas en barro, son de finales del siglo XIX

La cocina del ex convento de Santa Rosa es considerada la más bella del estado de Puebla, pues está forrada de talavera en su totalidad, con casi 18 mil azulejos. Además, cuenta la leyenda que ahí se elaboró por primera ocasión el mole poblano por parte de sor Andrea de la Asunción. Este lugar fue construido en el siglo XVII como beaterio de las monjas dominicas.

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Jesús Vázquez Segura, responsable del sitio, indicó que el inmueble se caracteriza por su arquitectura barroca, la cual se compone de elementos como ladrillo, talavera, azulejo, yeserías y molduras blancas con elementos orgánicos, además del empleo de piedra labrada en cantería gris.

“La arquitectura es una majestuosidad, también el claustro es maravilloso (…) Y la importancia del edificio es precisamente la cocina y aparte es el museo de Arte Popular Poblano. Tenemos aquí la artesanía de los 217 municipios del estado de Puebla”, apuntó. Detalló que la cocina se construyó en 1697 y la historia marca que en el año de 1700, sor Andrea creó su platillo, “el cual estaba destinado para agradecer la visita del virrey español, don Tomás Antonio de la Cerda y Aragón a Puebla”.

Resaltó que fue este personaje, a manera de agradecimiento por la comida, mandó a embellecer la cocina con azulejo de talavera. “Un premio que las religiosas se ganan por haber elaborado tan excelente platillo”. Además, informó que ese espacio está dividido en tres partes: “central, es la parte caliente, donde están los braceros, las parrillas; izquierdo, es un área de refrigeración, donde a través de unos ductos de barro se mantiene fresca la sala y así se conservan los alimentos; y derecho, está la carbonera, que es un espacio donde van a guardar todos los elementos que van a utilizar”.

Expresó que “es impresionante apreciar la cocina porque desde el piso hasta el techo, así como a lo largo y ancho de las paredes, y todo el piso está forrado con talavera. Todo es del siglo XVIII (…) son más de 50 diseños de azulejo de la época”.

Acotó que tras abrirse como beaterio de las monjas dominicas, después fungió como convento dedicado a santa Inés, para después ser renombrado en honor de santa Rosa de Lima en 1739 por al obispo Pantaleón Álvarez de Abreu: “Es la Patrona de América y de las Indias de Oriente”.