No todas las intervenciones ginecológicas afectan negativamente a la sexualidad.
El abordaje de la sexualidad se cuida poco durante un proceso de atención médica, bien por el miedo de los profesionales a invadir un espacio íntimo o por los tabúes del propio paciente. Este aspecto cobra peso cuando hablamos de cirugía ginecológica, que incide directamente sobre los órganos reproductores y relacionados con la sexualidad femenina. La psiquiatría reproductiva apunta a alteraciones hormonales que en mujeres vulnerables pueden desencadenar una serie de trastornos psiquiátricos premenstruales, perinatales y perimenopausicos. Y cada vez aparecen más estudios que indican que la disminución de la actividad sexual en quienes han pasado por intervenciones ginecológicas no se relaciona con una incapacidad orgánica, sino con componentes emocionales y psicológicos estrechamente ligados a los órganos que representan la sexualidad.
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“Es muy necesario que los profesionales sanitarios apoyemos a estas mujeres más allá de aspectos médicos, en lo concerniente a calidad de vida, sus temores, la percepción de mutilación y el reinicio de la vida sexual”, explica la matrona Francisca Postigo, técnico de la Dirección General de Asistencia Sanitaria del Servicio Murciano de Salud y experta en programas de afectividad/sexualidad.
Qué cirugías pueden repercutir en la sexualidad La cirugía ginecológica más frecuente es la histerectomía (extirpación del útero), que afecta a un órgano invisible relacionado con la sexualidad, a diferencia de las mamas, que son visibles y suponen para la mujer una identificación sexual por encima de otros aspectos de su cuerpo. “La evidencia dice que la histerectomía hace visibilizar el útero, algo que hasta el momento no se veía, incluso en mujeres con edad menopáusica o perimenopáusica que ya habían satisfecho su deseo maternal y no quieren tener más hijos”. Y, a pesar de ello, muchas mujeres describen esta intervención con sentimiento de pérdida, o una sensación de incapacitación que antes no tenían. “Me han vaciado” o “me dejaron hueca”, es como describen la ausencia de algo que ocupaba un lugar en su cuerpo, algo que nunca dirían si se les extirpa la vesícula o el riñón.
Y es que la vivencia emocional va unida al acto quirúrgico hasta el punto de que mujeres con diagnóstico de infertilidad previo a la cirugía asumen la falta de útero como una desaparición de la feminidad.El efecto que estas intervenciones tengan sobre una mujer depende tanto del tipo de cirugía y de los órganos que involucra, como del momento vital de esa persona. La histerectomía puede conllevar extirpación de ovarios (ovariectomía si es doble, u ooforectomía si solo afecta a uno de ellos), lo que induce menopausia. En tal caso, en las mujeres premenopáusicas los efectos de la intervención pueden ser sequedad vaginal o dolor en la penetración, mientras que en mujeres menopáusicas no suele aparecer nueva sintomatología.
La conización -extraer un fragmento en forma de cono del cuello del útero- es una intervención menor para diagnosticar cáncer o lesiones precancerosas que afecta menos anatómicamente, pero también puede inhibir el deseo sexual en mujeres que sienten su vida amenazada. “En realidad ese temor sucede también después del parto, cuando la mujer prevé consecuencias que no tienen por qué darse y el miedo a una relación dolorosa les quita el deseo sexual”, agrega Postigo.
Otras intervenciones que sí tienen un resultado visible son las mastectomías tras un cáncer de mama. Renunciar a una o a las dos mamas, incluso a una porción, sí que afecta de lleno en la percepción de la mujer como ser erótico, al perder un símbolo importante de su feminidad. Esta experta cree que cuando la mujer recibe un tratamiento de quimioterapia puede sentir peligro de muerte y entonces la sexualidad ya no es prioritaria. “Tras la mastectomía la mujer puede no reconocer un cuerpo que ya no responde al ideal estético y erótico, añadiendo el temor de que renunciar a las relaciones sexuales pueda implicar abandono de su pareja”. Y añade que una vez reconstruidas las mamas, la mujer puede sentir que “no son suyas” y evitar la actividad sexual.
No todas las intervenciones ginecológicas afectan negativamente a la sexualidad. En muchos casos la cirugía mejorará la calidad de vida porque quita síntomas que entorpecían el sexo o porque ya no hay embarazos inesperados. “Lo que para unas es una mutilación, para otras es una liberación, y por eso la biografía de la mujer es lo que nos marca el camino a seguir para poder asesorarla”, insiste esta técnico en salud, apelando a la imprescindible comunicación entre la pareja para buscar soluciones.