El mundo quiere más litio, pero no más minas

El litio es un producto básico de cara al futuro fundamental para la descarbonización global.

Los precios del litio, el componente básico de las baterías de los vehículos eléctricos, se dispararon a un récord este año, lo que amplifica las preocupaciones de que no habrá suficiente metal para alejar el cambio de los motores de combustión. En ese clima, ahora debería ser el mejor momento para construir una mina.

Rio Tinto Group está descubriendo lo contrario. A los pocos meses de desvelar los planes para una mina de 2.400 millones de dólares en el oeste de Serbia, los opositores locales organizaron un movimiento que sacudió al gobierno y paralizó las ciudades mientras miles de manifestantes marchaban por las calles.

Posteriormente, las autoridades suspendieron un plan de uso de la tierra para la mina propuesta, aunque no rechazaron el proyecto por completo.

“Todo el proyecto Jadar es solo otra forma en que las empresas multinacionales, con la ayuda de nuestro estado, pueden obtener ganancias y causar daños a la gente de Serbia”, dijo Slavisa Miletic, una activista que vive cerca de la mina planeada.

La oposición que enfrenta Río se está reproduciendo en todo el mundo, y los ejecutivos de la industria lo consideran su mayor desafío en el futuro.

Southern Copper está luchando por obtener el apoyo del gobierno para un controvertido proyecto de 1.4 mil millones de dólares en Perú, y Lithium Americas fue llevada a un tribunal federal de Estados Unidos por su planificada mina en Nevada.

Históricamente, la minería ofrecía empleo y desarrollo económico a áreas típicamente pobres, con impuestos y regalías para llenar las arcas del gobierno. Pero con demasiada frecuencia, las personas que viven cerca pagaron un precio por la degradación ambiental y una catástrofe ocasional.

Eso está cambiando. Los lugareños están retrocediendo, decidiendo que los beneficios económicos no superan los costos para su calidad de vida. Los gobiernos también son cada vez más reacios o incapaces de hacer caso omiso de esas preocupaciones.

“Hoy es más difícil construir una mina que antes”, dijo Ben Davis, analista de minería de Liberum. “Es mucho más fácil organizar la oposición, a menudo en comunidades rurales y aisladas”.