El periódico El País tiene muchas explicaciones que darles a sus lectores y a su propia tradición editorial. La portada de la revista El País Semanal de la semana pasada la dedicó a una entrevista publicitaria –sin acreditarla así– a la jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, para potenciarla como precandidata presidencial preferida del presidente López Obrador.
Hasta donde se tienen datos, el presidente mexicano no estuvo involucrado en ese incidente; sin embargo, las fotografías, el tono comedido, complaciente y sin la mínima pizca de crítica del autor de la entrevista fue asumido por lectores mexicanos como una pieza periodística de propaganda ajena al periodismo de distanciamiento crítico que existe aún en entrevistas de personajes.
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El texto de la entrevista (https://elpais.com/eps/personajes/2021-11-21/claudia-sheinbaum-el-futuro-de-la-izquierda-mexicana.html) debería formar parte del material a analizar en las aulas de periodismo del propio periódico El País en las que se entrena a periodistas del mundo de habla hispana, pero para presentarlo como un ejemplo del estilo de periodismo rosa tipo la muy popular revista Hola! y ajena a la tradición de distanciamiento crítico de tiempos lejanos de El País.
El asunto importa por razones políticas que tienen que ver en primera instancia con la participación creciente de El País en los espacios periodísticos de México, Brasil y América; inclusive, el autor de la entrevista-perfil publicitario de Sheinbaum es nada menos que Javier Lafuente, subdirector de América del país, y por tanto, de manera supuesta, debería de conocer los tonos de los enfoques periodísticos en México.
Si el título fue leído como propagandístico (“Claudia Sheinbaum y el futuro de México”), la fotografía de portada fue interpretada en círculos políticos mexicanos como de publicidad burda: la funcionaria aparece de pie en la ventana de su despacho y con la mano no corre la cortina sino la pellizca para hacer a un lado y lanza una mirada furtiva y pasiva a la zona que geográficamente dirige su mirada: el Palacio Nacional, sede de la Presidencia de la República.
El párrafo que subtitula el texto también debería ser analizado por los alumnos de la escuela de periodismo del periódico El País y cruzado con su muy presumido Libro de Estilo. Dice así, subrayando las últimas frases que destacan la promoción publicitaria:
“La jefa de gobierno de Ciudad de México es la gran baza de la izquierda de su país. Licenciada en Física y doctora en Ingeniería Energética, a sus 59 años apuesta por continuar la transformación de México iniciada con López Obrador, a quien admira. Muchos la ven como la futura presidenta.”
El primer párrafo del texto sería otro ejemplo para analizar en las clases de periodismo español:
“El día que se anunció el fin de la guerra de Vietnam, en abril de 1975, una niña mexicana de 12 años se sintió orgullosa.
Ella había contribuido al final de ese conflicto que tenía en vilo a medio mundo con su protesta en la escuela unos meses atrás. Su activismo había tenido el efecto deseado. O al menos eso pensó entonces.
A sus 59 años, sentada hoy en una imponente librería, en la antesala de su despacho, Claudia Sheinbaum se ríe al recordar el episodio. Aquella niña ingenua es hoy la inquilina de uno de los edificios que cobijan al Zócalo de la capital de México, como jefa de Gobierno de la ciudad de habla hispana más grande del mundo.
Todo ello fruto, asegura, de una profunda convicción política de izquierda con la que aspira, dentro de tres años, a cruzar la calle e instalarse en el Palacio Nacional como presidenta. Un tema del que no es que disfrute hablando, pero que ya no oculta.”
Nada pudo encontrar el periodista Lafuente para destacar la personalidad de quien se considera la precandidata preferida del presidente López Obrador que una anécdota insulsa sobre Vietnam, cuando el sentido periodístico debiera haber enfocado la capacidad de gobierno de una persona frente al monstruo urbano que es Ciudad de México y sus grandes problemas de seguridad y convivencia social.
Y qué decir del principal enfoque político que algún periodista más profesional hubiera subrayado: la gestión de la funcionaria provocó la pérdida de los gobiernos locales en la mitad de las alcaldías capitalinas en las elecciones del pasado junio, cuando sus antecesores Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, López Obrador y Marcelo Ebrard habían construido una hegemonía mayoritaria en la gran ciudad.
La lectura del texto de Lafuente debe contrastar con el periodismo crítico que el propio periódico El País ha desarrollado en sus secciones de información, reportajes y opinión, al grado de que en algunas conferencias matutinas del presidente López Obrador el diario ha sido criticado duramente por algunas denuncias.
El problema, quizá, se localiza en que el periódico no aclaró el sentido publicitario y promocional de la entrevista y su lectura quiso ofrecerse como pieza de interés periodístico.
El periodismo que esconde intereses publicitarios ha sido uno de los vicios del estilo político del viejo PRI, cuando los medios funcionaban como bocinas del establishment político del poder. En México hay un esfuerzo profesional, todavía incipiente, para diferenciar los textos publicitarios de los periodísticos. No se niega el periodismo de propaganda, pero sí se critica la publicidad que se quiere vender como periodismo.
Y queda la oportunidad periodística perdida por el reportero español para escarbar en el conflicto histórico México-España profundizado por el presidente López Obrador y que la gobernante Sheinbaum ha llevado al extremo de quitar algunas estatuas del pasado mexicano español sin una explicación histórica ni política, tema que sin duda estarían agradecidos de saber los lectores españoles.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.
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