Canadá alcanza temperatura de 22.5 grados; rompe récord

Una región en el oeste de Canadá ha soportado esta semana un nuevo ascenso récord en el termómetro.

Tras la inquietud mundial por el sofocante calor del verano pasado cuando marcó su máximo histórico, una región en el oeste de Canadá ha soportado esta semana un nuevo ascenso récord en el termómetro al llegar a 22.5 grados centígrados.

Pentiction, ubicado en el centro de la provincia de la Columbia Británica, en el oeste canadiense, sufre desde hace varios meses severos trastornos meteorológicos y el miércoles registró esta temperatura inusual.

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“Es un récord, o bien iguala un récord para ser preciso”, indicó este jueves a la AFP, Armel Castellan, meteorólogo del Ministerio de Medio Ambiente de Canadá.

El 3 de diciembre de 1982, Canadá había registrado ya una temperatura de 22.5 grados centígrados en la localidad de Hamilton, Ontario, en el este del país, según el experto.

Pentiction, que tiene unos 33 mil habitantes, se sitúa a algunos centenares de kilómetros de Lytton, otro municipio a 250 kilómetros al noreste de Vancouver, donde se registró el récord histórico de temperatura en Canadá el pasado mes de junio, cuando se alcanzaron 49.6 grados centígrados. Lytton fue destruido en un 90% por un incendio forestal.

En Pentiction “el récord de temperatura fue de 11.2 en 2012, y ayer la temperatura máxima fue de 22.5 grados, un récord“, explicó  a la AFP Gregory Yang, meteorólogo del Ministerio de Medio Ambiente de Canadá.

Esta región de la Colombia Británica es la misma que sufrió este verano los efectos del techo “histórico” de calor que causó más de 500 muertos así como una ola de graves incendios.

“Desde el mes de septiembre hemos tenido mucho, mucho calor que nos llega de la región subtropical”, explicó Castellan, que calificó la cifra alcanzada como “muy, muy impresionante para un día de diciembre en cualquier región del país“.

Desde hace más o menos una semana, un “río atmosférico” se cierne sobre el suroeste de la Columbia Británica, el tercero en la temporada, afirmó.

Violentas precipitaciones causaron inundaciones catastróficas desde la mitad de noviembre en la provincia, eventos ligados a los efectos del cambio climático, según las autoridades.

Estudios recientes muestran la responsabilidad directa del cambio climático en ciertas olas de calor. Tal como la canícula extraordinaria en Canadá en junio de 2021 con temperaturas cercanas a los 50 grados centígrados, fenómeno que hubiera sido “casi imposible” sin el calentamiento global, según los científicos del World Weather Attribution.

El inusual calor invernal se extendió por todo el noroeste de Estados Unidos, donde los récords de calor de diciembre se batieron o igualaron el miércoles en varios puntos de Washington, Montana, Wyoming y Dakota del Norte.

Las temperaturas en esos sitios podrían ser casi 20 grados centígrados más altas de lo normal.

El jueves, este frente cálido se desplazó hacia el centro del país, con, por ejemplo, un récord de calor para un 2 de diciembre registrado en Omaha, Nebraska, donde se alcanzaron los 20 grados el jueves por la tarde.

Sistema de alerta

El oeste de Estados Unidos se ha enfrentado en los últimos años a peligros meteorológicos cada vez más marcados, en particular en California.

Las autoridades de ese estado prevén implementar en 2022 un sistema de alerta de olas de calor que clasificaría cada uno de estos episodios según el número de muertes temidas con el fin de promover medidas preventivas.

Al igual que con los huracanes, a cada ola de calor se le daría un nombre y una clasificación de peligro.

En lugar de contentarse con decir “habrá 40.5° C”, la alerta indicaría “cuánta gente va a morir“, señala en el Washington Post Larry Kalkstein, asesor científico de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller, que promueve esta iniciativa.

El equipo de Kalkstein predice tres categorías de olas de calor.

Un fenómeno de índice 1 no presentaría mayor riesgo, con un aumento de la mortalidad entre el 0% y el 10%.

La categoría 3 sería mucho más mortífera, comparable a la excepcional ola de calor que azotó el noroeste de Estados Unidos y Columbia Británica en junio pasado.