- Teniendo un origen sumamente humilde se elevó hasta alcanzar el honroso título de Benemérito de las Américas
Casi todos los presidentes de México ha tomado como bandera o estafeta a un héroe de nuestro país; algunos tratan de imitarle en cuanto a política, frases y hasta costumbres. Uno de los héroes más solicitados por los presidentes de México ha sido Benito Juárez García.
Benito Juárez que teniendo un origen sumamente humilde se elevó hasta alcanzar el honroso título de benemérito de las Américas. Benito Juárez fue gobernador de su estado, presidente de la suprema corte de justicia y presidente de la República abriéndose reelegido en dos ocasiones.
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A Juárez se le considera un héroe, un mito, un factor de identidad nacional. Pero también es posible reconocer ahí el oportunismo con que tantos han actuado para usar a don Benito a su favor. Y AMLO tendrá el año que entra la suerte de que se conmemore el aniversario luctuoso 150 del de Guelatao. Qué afortunado nuestro presidente.
Juárez murió en Palacio Nacional donde ahora vive Andrés Manuel López obrador y su familia, el 18 de julio de 1872. Al cumplirse el centenario de tal fecha, Luis Echeverría Álvarez lanzó a México al Año de Juárez.
De esa celebración han quedado monumentos. Pero el presidente de la guayabera no era original en su intento de utilizar al hombre de la Reforma para tratar de apuntalar a su gobierno, y al régimen priista en general. En eso, LEA fue sólo un continuista.
Desde la muerte misma de Juárez, distintos gobernantes, comenzando por el general Porfirio Díaz, han tratado de establecer una relación de continuidad entre lo que se consideró y se considera, legítimo en el pasado y lo que, en consecuencia, resulta lícito y deseable en el presente.
Por ejemplo, en los años 40 del siglo 20 el régimen priista recurrió a analogías entre “el conservadurismo de antaño y el sinarquismo de la época”. ¿Les suena a usted familiar en estos días?
En distintos momentos los gobiernos se apropiaron de la imagen de Juárez que más les convenía. A partir de libros, estudios, publicaciones periodísticas, caricaturas, grabados, monumentos, etcétera, se machacaba un discurso oficial basado en un compendio de lugares comunes: la causa libertaria, el patriotismo, el amor por el pueblo mexicano, la confianza en el progreso y el apego al derecho, etcétera.
El presidente López Obrador ha dejado de manifiesto su dominio de la retórica. Hay quien considera que su aceptación popular se debe a que cultiva con esmero la comunicación con su electorado. Además, no pocas veces lo hace sin pudor y con una bien cuidada supuesta reverencia, desde los hombros de los héroes patrios. Y quién más grande entre ellos que la figura de Juárez.
El cuarto año de la presidencia de Andrés Manuel podría ser el año juarista, el momento en que su gobierno se trepe a la tradición de usar a don Benito para sus fines particulares. El calendario se lo puso a modo, e incluso algo de suerte ha tenido.
Porque en 2022, en el primer trimestre quizá, tendremos la consulta sobre el mandato de López Obrador. Se propuso incluso que podría ser el 21 de marzo. Nomás eso faltaba.
López Obrador se colgará de la levita del oaxaqueño para repetir el ritual: Juárez muerto nos sirve a los gobernantes en turno. De Díaz a Andrés Manuel.
El afán por difundir las ideas que el héroe supuestamente encarna requirió, de El culto a Juárez, mecanismos de persuasión que, mediante distintos soportes y lenguajes, pretendieron generar adhesión en diversos espacios de socialización y acción política.
En poco más de un año México recordará que ha vivido siglo y medio sin Juárez, pero el presidente López Obrador querrá persuadirnos de que la conmemoración del oaxaqueño lo celebra a él y a su movimiento.