Violencia machista

(El País, España, nov 24,2021)
CIENCIA MEDICA

Los crímenes son la expresión extrema de la desigualdad de género y solo combatiéndola las mujeres estarán a salvo.

En estos 40 años, la lucha contra la violencia machista se debate con frecuencia entre el pesimismo y la esperanza y no es extraño que sea así porque su propia naturaleza hace que cuanto más se avanza en las políticas destinadas a combatirla, más afloran las violencias ocultas.

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Se hace entonces evidente lo mucho que se ha avanzado, pero también lo mucho que todavía queda por hacer.

Proponer un balance y tomar impulso para los nuevos retos es precisamente el propósito del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que se celebra cada 25 de noviembre.

Fue propuesto en 1981 en el primer encuentro feminista de Latinoamérica y el Caribe; la Asamblea General de Naciones Unidas lo adoptó en 1999.

En estos 40 años la situación de las mujeres ha dado un salto fenomenal y sus reivindicaciones se han convertido en una fuerza motriz de transformación social.

Pero, precisamente porque se ha colocado en el centro de la agenda política, la lucha contra la violencia machista tiene que hacer frente también a la virulenta reacción de quienes no hace mucho se creyeron intocables.

En España, el despliegue de la ley integral contra la violencia de género, las posteriores mejoras legislativas y el pacto de Estado de 2017 han permitido desplegar, no sin dificultades, una amplia red de servicios policiales, judiciales y sociales destinados a proteger a las mujeres, lo que no ha impedido que se siga produciendo un número insoportable de feminicidios, ni que aumente el número de denuncias.

Desde 2003 han sido asesinadas por su pareja o expareja 1,118 mujeres, 37 de ellas en lo que llevamos de año, y 330 menores han perdido la vida desde 2013, muchos de ellas víctimas de violencia vicaria para causar dolor a sus madres.

El deber es ahora mejorar y extender estos servicios, pero también incorporar las otras formas de violencia que sufren las mujeres por el hecho de serlo, entre ellas las relacionadas con la explotación sexual.

La ampliación del registro de víctimas a otras formas de violencia fuera de la pareja, como los crímenes que costaron la vida a Diana Quer o a Laura Luelmo, permitirá visualizar y abordar mejor este tipo de agresiones.