Segunda y última parte
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Una vez aprobado el presupuesto que ejerce el nuevo Gobierno, donde no se aprobó ninguna obra, proyecto o programa que no provenga del poder Ejecutivo. El argumento: que quienes solicitaban presupuesto para alguna obra por su cuenta andaban en busca de “moches”.
Esto es pensable y posible en muchos casos tal vez, pero no en todos; y menos, debo decirlo con toda claridad y firmeza, en el caso de Antorcha. Como digo, la gestión de los antorchistas cumple con dos requisitos innegables y comprobables que la ponen fuera de tal sospecha: primero, se trata de necesidades auténticamente populares, pues el procedimiento por el cual se han recogido y escogido lo garantizan; segundo, no se solicita dinero ni el privilegio de decidir quién ejecutará la obra correspondiente; esto lo dejamos, hoy como siempre, a cargo del o los gobiernos respectivos. Nos interesa la obra; no el manejo del presupuesto.
Cuando el presidente de la República dice y repite públicamente que no permitirá que “la antorcha mundial” maneje ni un solo peso de sus programas de transferencia monetaria, creemos que lo hace pensando en que el recurso debe llegar íntegro a su destinatario. Y esto es plausible, aunque el propósito mismo del programa no lo sea y aunque a nosotros se nos señale y ofenda sin razón. Pero en cambio, si ahora se trata de negarle obras de primera necesidad a la gente más pobre y marginada del país, obras que no están contempladas en el presupuesto federal y a las que tiene pleno derecho según las leyes, creyendo que así castiga a los amigos de los “moches”, comete un error y una grave injusticia derivada del mismo: pensando dañar a los vividores, niega el progreso y el bienestar elementales a quienes más lo necesitan; niega de un golpe, y apoyado en suposiciones no comprobadas, su propia bandera de campaña: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
Se acepte o no, los miembros del Movimiento Antorchista Nacional están, todos, entre esos pobres, y tienen, por tanto, todo el derecho a esperar, como cualquier mexicano en su situación, que los beneficios de la “Cuarta Transformación” lleguen también a ellos. En caso contrario, tendrán que salir a las calles a reclamar el derecho humano elemental de ser escuchados y atendidos. Y no será por culpa de ellos ni de sus “falsos líderes” en busca de “moches”, como reza el discurso de los voceros de esa “Cuarta Transformación” prometida.