Octavia Butler la escritora que rompió el estereotipo de los autores de ciencia ficción

El interés en la obra de Octavia E. Butler ha ido creciendo desde su muerte en 2006

Es la época de campaña electoral en Estados Unidos y un desconocido pero carismático político se ha lanzado con el eslogan Make America Great Again (“Hagamos a EE.UU. grande otra vez”).

¡SIGUE NUESTRO MINUTO A MINUTO! Y ENTÉRATE DE LAS NOTICIAS MÁS RELEVANTES DEL DÍA

Según su rival, es un demagogo, un agitador, un hipócrita. Cuando sus simpatizantes forman turbas, condena esa violencia “con un lenguaje tan leve que su gente se siente libre de escuchar lo que quiere escuchar”. Acusa, sin fundamento, a grupos enteros de personas de ser violadores y narcotraficantes. Cuánto cree en esa retórica y cuánto de ello es cháchara “sólo porque sabe el valor de dividir para poder conquistar y gobernar”, es tan debatible como cada vez más irrelevante, a medida que trata de devolver al país a una época “más sencilla” que en realidad nunca existió.

Aunque posiblemente te suene familiar, el personaje en cuestión es el senador de Texas Andrew Steele Jarret, un candidato presidencial ficticio que logra una victoria arrasadora en la novela distópica de ciencia ficción titulada Parable of the Talents (“La parábola de los talentos”). Escrita por Octavia E. Butler, se publicó en 1998, dos décadas antes de la investidura del cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos.

Como mucha de su obra, el libro de Butler era una advertencia sobre hacia dónde EE.UU. y la humanidad en general podrían estar dirigiéndose. En algunos aspectos, nos hemos adelantado: “La parábola de los talentos” —una secuela de La parábola del sembrador de 1993— tiene lugar en lo que todavía es el futuro, 2032. Mientras que su visión es extrema, hay mucho que antoja dentro de los límites de lo posible: los recursos son cada vez más escasos, el planeta hierve, prevalece el fundamentalismo religioso, las clases medias viven en enclaves amurallados. La protagonista de la novela, una mujer negra como la autora, teme que el autoritarismo de Jarret sólo hará las cosas peores.

Catorce años después de su muerte prematura, la reputación de Butler está disparada. Sus predicciones sobre la dirección que tomaría la política de EE.UU., y el eslogan que lo ayudaría llegar rápidamente allí, son ciertamente asombrosas.

Pero eso no fue todo lo que vaticinó. Cuestionó las identidades de género tradicionales, contando la historia de un hombre embarazado en Bloodchild (“Hija de sangre”) e imaginándose personajes metamórficos y que cambiaban de sexo en Wild Seed (“Semilla salvaje”).

Su interés en la hibridación y la adaptación de la raza humana, que exploró en su trilogía “Xenogénesis”, se anticiparon a obras de no ficción de autores como Yuval Noah Harari.

Sus preocupaciones sobre temas que incluyen el cambio climático y la industria farmacéutica tienen mayor resonancia ahora que cuando los incorporó en su obra.

Y, por supuesto, debido a su género y etnicidad, luchó por derribar las suposiciones de género sobre escritores —y lectores— tan arraigadas que en 1987, su editorial seguía insistiendo en colocar a dos mujeres blancas en la portada de su novela Dawn (“Amanecer”), cuyo personaje central es negro.

También ayudó a transformar la fantasía y la ciencia ficción, dotándolas de naturalismo y personajes como ella misma. Y cuando ganó la prestigiosa beca de “genios” MacArthur en 1995, sentó un precedente para cualquier escritor de ciencia ficción.

Octavia Estelle Butler nació el 22 de junio de 1947. Su padre, un lustrabotas, murió cuando ella aún era muy joven y fue criada por su madre, una empleada doméstica en Pasadena, California. Como hija única, Butler empezó a entretenerse contando historias desde los 4 años. Siendo como era tímida y creciendo durante la época de la segregación y conformidad, ese impulso para contar cuentos se convirtió en su vía de escape.

También leía desaforadamente a pesar de su dislexia. Su madre —que sólo pudo estar unos pocos años en la escuela — la llevó a sacar su tarjeta de biblioteca y le traía los libros desechados de las casas que limpiaba.

Un futuro alternativo

Así, Butler aprendió a imaginarse un futuro alternativo a la aparentemente monótona vida prevista para ella: de esposa, madre y secretaria.

“Fantaseé con vidas imposibles pero interesantes: vidas mágicas en las que podía volar como Superman, comunicarme con animales, controlar los pensamientos de la gente”, escribió en 1999.

A los 12 años descubrió la ciencia ficción, el género que más la atrajo como escritora. “Me gustó más, incluso, que la fantasía porque requería de más pensamiento, más investigación de las cosas que me fascinaban”, explicó.

Aún de niña, esas fuentes de fascinación iban desde la botánica a la paleontología a la astronomía. No era una estudiante particularmente buena, dijo, pero sí era “ávida”.

Después de la secundaria, Butler se graduó en Arte por la Pasadena City College en 1968.

En los 1970 perfeccionó su oficio de escritora, encontrando, a través de una clase con el programa de Puertas Abiertas del Gremio de Libretistas, a un mentor en el veterano escritor de ciencia ficción Harlan Ellison, y luego vendiendo su primer cuento mientras asistía a un taller Clarion de escritores de ciencia ficción.

Mientras se ganaba la vida en varios trabajos de lavadora de platos, vendedora telefónica e inspectora en una fábrica de papas fritas, se levantaba a las 2 de la mañana a escribir.

Tras cinco años recibiendo notas de rechazo, vendió su primera novela, Patternmaster, en 1975, y cuando fue publicada el siguiente año, los críticos elogiaron la bien construida trama y la refrescantemente progresiva heroína.

La novela plantea un futuro distante en el que la humanidad ha evolucionado en tres grupos genéticos distintos, siendo el telepático el dominante, y presenta los temas de jerarquía y comunidad que llegarían a definir su obra.

También engendró una serie, con dos libros más, Mind of My Mind y Survivor, que le siguieron esa misma década. Con el adelanto de US$1.750 que obtuvo por Survivor, Butler se desplazó al este, al estado de Maryland, el escenario de la novela que quería escribir sobre una joven negra que viaja al pasado al profundo sur de Estados Unidos en el siglo XIX.

Habiendo vivido toda su vida en la costa oeste, atravesó el país en autobús, y fue durante una escala de tres horas en una estaciónque escribió el primero y último capítulo de lo que se convertiría en Kindred (“Parentesco”). Fue publicado en 1979 y continúa siendo su libro más conocido. La década de los 1980 le traería una serie de galardones, incluyendo dos Hugos, los premios de literatura de ciencia ficción creados en 1953. También fue cuando se publicó su trilogía “Xenogénesis”, que fue motivada por la mención de “una guerra nuclear ganable” durante la carrera armamentista, y pondera la idea que la naturaleza jerárquica de la humanidad es un “error fundamental”.

El libro también aborda los debates sobre la ingeniería genética en humanos y los programas de reproducción de animales cautivos en peligro de extinción.

En la contraportada de sus libros Butler aparece como una mujer seria con una mirada excepcionalmente penetrante.