- El fenómeno de los vehículos ilegales está presente en todo el país
Diferentes organizaciones campesinas de México han solicitado a los presidentes de la República les autorice la importación de vehículos norteamericanos con más de 10 años de uso para poder realizar sus labores en el campo.
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Desde luego que estas peticiones se requieren académicas de carga supuestamente para poder sacar su producción a las zonas de venta y para llevar forraje hasta sus lugares de origen lo mismo que semillas y fertilizantes.
Y varias administraciones federales lo han permitido bajo la condición de que sean vehículos utilitarios para el campo, pero llama enormemente la atención primero ver que esas supuestas asociaciones campesinas tramitan placas para circular libremente en territorio nacional, pero que las usan muchos autos deportivos que nada tienen que ver con el campo, es más, ni siquiera podrían entrar a caminos de terracería.
El fenómeno de los vehículos ilegales está presente en todo el país. Algunos hablan de 1.5 o dos millones de unidades. Su comercialización es continua y abierta ahora en los llamados tianguis del automóvil que existen por todo el país. Los llamados autos ‘chocolate’ son un hecho tan creciente, como inocultable.
Y una vez más, un presidente anuncia un proceso regularización. Los argumentos son idénticos: es mejor tener un registro de esos autos y debemos ser sensibles a que para muchos es la única forma de hacerse de un medio de transporte privado.
Y una vez más, La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) responde con argumentos idénticos: que se afectarán las ventas de modelos nuevos; que se reducirá la recaudación de impuestos federales; y que habrá una reducción en el valor de los autos usados.
Lo que es un hecho es que la cadena de valor de la comercialización de autos en México ha crecido y evolucionado y los argumentos de ambos lados ya no embonan en el México TMEC pospandemia.
¿Cómo aproximarnos entonces a este fenómeno para no vernos repitiendo regularizaciones en sexenios subsecuentes?
Trabajemos la reducción del precio de los autos nuevos. De todos los segmentos de precio, privilegiando la idea de que un auto nuevo produce mucho más valor ambiental que cualquier diferenciación socioeconómica.
Abroguemos el ISAN e incrementemos la deducibilidad de manera casi ilimitada. Reduzcamos la depreciación acelerada que viven esas máquinas, poniendo énfasis en la tecnología híbrida (de transición) y en la eléctrica.
Incentivemos que las agencias de marca vendan autos seminuevos importados. Permitamos que la región compartida de producción de autos nuevos a la que pertenecemos también tenga un mercado compartido de seminuevos ampliado y dinámico.
Controlemos la circulación por emisiones y lo demás vendrá por añadidura. Ningún vehículo en México debería poder circular sin pasar por una verificación de emisiones y obtener el holograma que le corresponda.
Y no sólo porque es correcto que los dueños de los vehículos afinemos nuestros autos periódicamente para reducir al máximo posible los gases emitidos por la combustión, sino porque es más probable que las policías locales detengan un vehículo por falta de holograma que por cualquier otra razón.
Cualquiera que analice los retos de 2021 en la comercialización de vehículos nuevos en el país, no tardará mucho en observar que su venta está más afectada por la falta de inventario que por incapacidad de compra.
Es tan relativamente fácil ingresar temporalmente un coche para luego dejarlo en México y tan sencillo ingresar cualquier unidad a la franja fronteriza para luego trasladarla a cualquier entidad, que la única forma de atenuar ese mercado de la informalidad es abaratando la legalidad y estimulando más mercados formales en la comercialización de autos usados importados.