Un centenar de países se comprometen a salvar los bosques en 2030

Solo en 2020 la destrucción de bosques primarios aumentó un 12%; estas medidas se apoyarán en un fondo de 12 mil millones de dólares

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Unos cien líderes mundiales reunidos en la gran conferencia de la ONU sobre el cambio climático lanzaron el martes grandes planes para acabar con la deforestación en 2030 y reducir las emisiones de metano, buscando dar impulso a unas negociaciones complicadas.

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Nuestros bosques son también el modo en que la naturaleza captura el carbono, sacando el CO2 fuera de nuestra atmósfera”, afirmó el presidente estadounidense Joe Biden en el tercer día de la conferencia de la ONU sobre el cambio climático en la ciudad escocesa de Glasgow.

Tenemos que abordar esta cuestión (de la deforestación) con la misma seriedad que la descarbonización de nuestras economías”, agregó durante un evento dedicado a los bosques y el uso del suelo.

Según la oenegé Global Forest Watch, solo en 2020 la destrucción de bosques primarios aumentó un 12% respecto al año anterior pese al parón económico por la pandemia y en Brasil, cuna del mayor pulmón del planeta, provocó un aumento de 9,5% en las emisiones de gases de efecto invernadero.

En este contexto, de Brasil a China, pasando por Rusia, Indonesia o la República Democrática de Congo, los líderes de más de cien países firmaron el martes la Declaración de Glasgow, prometiendo detener y revertir la deforestación y la degradación del suelo en 2030.

En su conjunto, “reúnen el 85% de los bosques del mundo, una superficie de más de 13 millones de millas cuadradas” o 33,6 millones de km2, según la presidencia británica de la COP26.

Estas medidas se apoyarán en un fondo de 12 mil millones de dólares de dinero público aportado por 12 países entre 2021 y 2025, más 7.200 millones de dólares de inversión privada por parte de más de 30 instituciones financieras mundiales, incluidos gigantes como Aviva, Schroders y Axa.

Las medidas deben respaldar actividades en los países en desarrollo como la restauración de tierras degradadas, la lucha contra los incendios forestales y la defensa de derechos de las comunidades indígenas.

– “Tenemos que actuar ahora” –

Asimismo, 28 gobiernos que representan el 75% del comercio mundial de productos básicos clave que pueden amenazar los bosques -como el aceite de palma, el cacao y la soja- firmaron otra declaración comprometiéndose a reducir la presión sobre los bosques, apoyando a los pequeños agricultores y mejorando la transparencia de las cadenas de suministro.

Es muy importante ser neutros en carbono pero también es muy importante ser positivos con la naturaleza”, afirmó durante el evento el presidente Iván Duque de Colombia, país ocupado al 52% por selva tropical y al 35% por tierra amazónica, con más de la mitad de los páramos -ecosistemas de gran altitud- del mundo.

Pero en Colombia “no vamos a esperar hasta 2030, sino que hoy nos comprometemos a proteger el 30% de nuestro territorio como área protegida en 2022, porque tenemos que actuar ahora”, aseguró, preguntándose “¿Por qué no hacen lo mismo otros países?” cuando el suyo solo representa 0,6% de las emisiones mundiales de gases con efecto invernadero.

Cancelada al año pasado debido a la pandemia, la COP26 tiene como misión desarrollar el Acuerdo de París de 2015, que fijó como gran objetivo limitar el calentamiento del planeta a +1,5 ºC. Sin embargo, las negociaciones se anuncian complicadas.

El lunes, India, cuarto mayor emisor de CO2 del mundo, anunció que no espera alcanzar la neutralidad de carbono hasta 2070. Este muy esperado anuncio representa un retraso de dos décadas respecto a la mayoría de países.

Así mismo, grupos ecologistas denunciaron como demasiado tardío el fin de la deforestación en 2030 y Greenpeace lo tildó de “luz verde para otra década de destrucción forestal”.

El pacto sobre los bosques fue el primero de los dos grandes anuncios previstos para el martes en Glasgow.

Por la tarde, los líderes se disponen a desvelar un acuerdo mundial para reducir esta década en un 30% las emisiones de metano, un gas 80 veces más potente que el CO2 y cuyas fuentes, como las minas de carbón a cielo abierto y el ganado, han recibido relativamente poca atención hasta ahora.