La humanidad se asoma al abismo del cambio climático y hace falta un esfuerzo mundial para evitar lo que los científicos describen como un escenario catastrófico.
Pero en esa lucha global solo parece haber un soldado lo bastante comprometido.
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La pequeña república africana de Gambia se ha convertido en un ejemplo para la esperanza.
Y es que, mientras los científicos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) de Naciones Unidas advierten de que son necesarios mayores compromisos por parte de todos los países para frenar el calentamiento global, Gambia destaca por ser el único del que consta que ha adquirido compromisos suficientes de reducción de sus emisiones de los gases que lo causan.
Así se desprende de los datos del Climate Action Tracker, un análisis científico independiente que monitorea la acción de los gobiernos frente al cambio climático y su desviación respecto a los objetivos fijados en el Acuerdo de París de 2015.
Según el Climate Action Tracker, que compara los datos de cerca de 40 países, entre ellos los que más contaminan, si el resto de países asumiera compromisos equiparables a los de Gambia, nuestra especie podría cumplir su meta de evitar que en 2050 la temperatura de la Tierra haya subido más de 2 ºC, o preferiblemente 1,5 grados, respecto a la era preindustrial.
Pero, lamentablemente, solo Gambia figura en la lista de los dispuestos a cumplir. Y lo que es peor, no parece que, pese a sus promesas, esté en condiciones de hacerlo.
Ante la Cumbre del Clima de Glasgow, que podría ser decisiva para el futuro del planeta, el caso gambiano ejemplifica el inmenso reto medioambiental, económico y social al que se enfrenta el mundo.
Cómo es Gambia y cómo sufre el cambio climático
Con poco más de 2 millones de habitantes, Gambia ocupa alrededor de 11 mil 300 kilómetros cuadrados encajonados como una cuña entre el Océano Atlántico y Senegal, su único vecino.
Con una superficie que no llega a la cuarta parte de la de República Dominicana, la mayoritariamente musulmana Gambia vive rodeada y condicionada por el agua. El río Gambia recorre la estrecha y sinuosa franja del África occidental que ocupa el país, y sus aguas anegan los arrozales de los que depende una población mayoritariamente dedicada a la agricultura.
Como otros países africanos, Gambia sufre las consecuencias del subdesarrollo. Tiene uno de los PIB (Producto Interno Bruto) per cápita más bajos del mundo y casi la mitad de su población es pobre.
Hechos a su clima tropical, los gambianos han vivido durante generaciones al ritmo que marcaban la estación seca y la lluviosa, que determinan también el ciclo de los cultivos.
Al ser un país costero, fluvial, agrícola y de tierras bajas, Gambia es uno de los países más vulnerables.
El ministro de Medio Ambiente, Lamin B Dibba, afirmó recientemente: “Los efectos del cambio climático nos siguen golpeando en múltiples frentes. El aumento del nivel del mar afecta nuestras aguas subterráneas, y nuestras costas y campos de arroz sufren por la erosión costera, mientras que vientos cada vez más intensos arrasan nuestras comunidades”.
Gambia es un ejemplo de que los países menos favorecidos serán los que paguen el precio más alto por un desastre climático causado por los países más ricos y más contaminantes.
El gobierno gambiano estima que el país es causante de menos del 0,01% de las emisiones mundiales. “Somos, sobre todo, víctimas del problema”, le dijo a BBC Mundo Babucarr Zaidi Jallow, director de la Oficina para el Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente.
En un país en el que cerca de un 60% de la población tiene menos de 25 años, el cambio climático es un asunto especialmente sensible.
Kemo Fatty, activista ecologista y fundador de la ONG Green-Up Gambia, cuenta que “muchos jóvenes ya no quieren vivir aquí porque el agua del río es cada vez más salada y ya no pueden cultivar arroz como hicieron sus padres y abuelos”. Ha visto a muchos de sus amigos emprender el peligroso camino de la inmigración irregular hacia Europa y para él no son migrantes, sino “refugiados climáticos”.
No es el único problema. Los gambianos sufren cada vez con más frecuencia las consecuencias de sequías prolongadas en sus campos. Según Jallow, “la erosión costera ha hecho desaparecer muchas de nuestras playas, de las que depende la industria turística”.
Qué está haciendo Gambia para combatir el cambio climático
En virtud del Acuerdo de París, los países deben presentar una Contribución Nacional Determinada (CND) al esfuerzo global de reducción de emisiones. Según la de Gambia, el país espera reducir sus emisiones hasta un 44,4% en 2025.
Uno de los pilares de la estrategia para alcanzar ese objetivo es el incremento en el uso de energías renovables. Según la evaluación de los expertos de Climate Action Tracker, “después de un lento comienzo, Gambia está incrementando rápidamente su capacidad en energías renovables”, con proyectos de desarrollo de energía solar fotovoltaica financiados parcialmente por el Banco Mundial y la Unión Europea.
Gambia, en datos
Población: 2 millones 221 mil 301 (95.7% son musulmanes).
Extensión: 11 mil 300 kilómetros cuadrados.
Jóvenes: Casi un 60% de la población tiene menos de 25 años.
Economía: Aproximadamente un 70% de la población vive de la agricultura.
Los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por el uso de combustibles fósiles se conocen técnicamente como mitigación, pero, dado que Gambia no es un gran emisor, la estrategia nacional se centra en la adaptación, es decir, las acciones orientadas a ayudar a la gente a minimizar y resistir los efectos del cambio climático, que ya están entre nosotros.
Con apoyo y financiación internacional, las autoridades gambianas desarrollan proyectos de plantación masiva de árboles y restauración de los ecosistemas degradados del río Gambia, así como planes para la detección temprana de efectos climatológicos adversos en las comunidades costeras.
En enero se puso en marcha el Proyecto de Adaptación a Gran Escala Basado en Ecosistemas en Gambia. Su largo nombre oficial encubre un esfuerzo por rehabilitar 10.000 hectáreas de suelo degradado en bosques y parques naturales, mediante el sembrado de plantas, la conservación de especies animales raras o amenazadas, y la restauración de 3.000 hectáreas de suelo agrícola abandonado. El plan se financiará con 20 millones de dólares del Fondo Verde del Clima de Naciones Unidas para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse al cambio climático.
Además, el desafío que representa el cambio climático se enseñará a los niños gambianos en las escuelas.
Qué más tiene que hacer Gambia
Pero, pese a todos los datos positivos que figuran en su expediente climático y representar un singular ejemplo de compromiso, los expertos del Climate Action Tracker aseguran que “Gambia no va camino de alcanzar sus objetivos” y “va a necesitar implantar políticas más estrictas”.
El funcionario Jallow asegura que se necesita tiempo para que se vean los resultados y se puedan evaluar los resultados de la nueva Contribución Nacional Determinada que el país envió el pasado junio.
Kemo Fatty señala algunos desafíos pendientes del gobierno gambiano. “Tenemos un problema con la corrupción institucionalizada heredada del régimen de Yahya Jammeh”, el militar que gobernó el país entre acusaciones de violaciones de los derechos humanos entre 1994 y 2017.
“Tenemos muy buenas leyes, pero la corrupción las convierte a veces en papel mojado y en el país siguen ocurriendo cosas como la tala ilegal”, lamenta Fatty.
También han provocado recelos los contratos petroleros firmados en los últimos años por el gobierno del presidente Adama Barrow con la británica BP y la australiana FAR para explotar yacimientos de crudo junto a la costa gambiana.
Jallow afirma que “las acciones de mitigación (reducción de emisiones) que ya tenemos en curso podrían compensar cualquier impacto”.
Pero el principal obstáculo en el horizonte para que Gambia logre llevar a cabo sus ambiciosos objetivos es la falta de recursos.
Claire Stockwell, de la consultora climática Climate Analytics, le dijo a BBC Mundo que “Gambia ha fijado unos objetivos muy ambiciosos y va necesitar ayuda para cumplirlo”.
El país depende en gran medida de la ayuda internacional y un reciente informe elaborado por los gobiernos de Canadá y Alemania de cara a la cumbre del Clima de Glasgow reveló que los países ricos han incumplido hasta ahora su promesa de aportar hasta 100 mil millones de dólares anuales para contribuir a la lucha contra el cambio climático en los países en vías de desarrollo.
“Necesitamos mucha cooperación internacional”, corrobora Jallow, representante habitual en las delegaciones de Gambia en los foros climáticos mundiales. Pero esa cooperación no se traduce solo en dinero: “Cuando se trata de desarrollar fuentes de energía renovables, requerimos mucha transferencia de tecnología”.
Para Fatty, volcado en la campaña de reforestación de su ONG, “todavía estamos a tiempo de recuperar nuestros ecosistemas, pero eso va a requerir de implicación a alto nivel y a alta velocidad”.
Ya en los preparativos para participar en la gran cita de Glasgow, Jallow concluye: “Los objetivos de Gambia son también llamada de atención a los países grandes; de nada servirá nuestro esfuerzo si el resto del mundo no hace su parte”.