Afectados por el volcán en isla La Palma, quieren reconstruir sus comunidades

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Luego imagínate tratando de hacer eso en una caravana pequeña, porque tu casa quedó rodeada por la lava o enterrada debajo de ella.

Esta es la realidad para unas 20 familias, que se van a dormir otra noche en una calle secundaria de Los Llanos. Están justo fuera de la zona de exclusión de La Palma, en las Islas Canarias, España.

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Quedaron sin hogar tras la erupción de hace seis semanas del Cumbre Vieja, y ni siquiera pueden soñar con volver a casa sin ser despertados por los temblores y el estruendo del volcán.


Dacil Batista vive en una caravana con su familia.

Dacil Batista comparte su pequeña caravana con su pareja y sus dos hijos, junto a su suegra y cuñada. “Estoy desesperada”, me dice, “porque no sé qué está pasando con mi casa”.

“Pasamos las primeras noches mirando el volcán, tratando de ver qué hacía, pero ahora es como normal que esté ahí”.

Después de todas estas semanas, uno esperaría una consternación más profunda, incluso ira. Pero Dacil está agradecida por la comida, la ropa y los juguetes que les llegan desde el ayuntamiento y espera llevar a sus hijos de vuelta a casa algún día.

A los niños, separados de sus lecciones habituales, se les enseña ahora en un espacio prestado utilizando libros donados. Su maestra, Christina Mederos, logró llevarse las computadoras pero no mucho más antes de que la escuela Las Manchas quedara a merced a la lava.

Las paredes de este salón de clases temporal tienen imágenes del volcán en erupción dibujadas por niños de las Islas Canarias y enviadas aquí como muestra de apoyo.

Rodrigo, de 10 años, explica que ahora vive con su abuela: “Pensé que terminaría pronto, pero el volcán destruyó casas”.

Sergio, su compañero de clase, describe la lava y la destrucción de los árboles, el paisaje y la casa de su abuelo. Dice que la erupción “es bonita, pero hace mucho daño”.

Los niños ni siquiera pueden jugar afuera, me dice Christina, porque el aire y el patio de la escuela están llenos de ceniza.

“Fue muy emotivo volver (a la escuela), porque tenía muchas ganas de ver a los niños. No sabía cómo se sentían al respecto”, cuenta.

Las reglas para enfrentar la Covid sugieren que las ventanas deben estar abiertas para ventilar, pero con la ceniza volcánica y el riesgo de gases tóxicos permanecen firmemente cerradas.

Devastador acto de renovación

Los científicos han venido a La Palma para monitorear la lava, buscar gases y analizar las rocas más nuevas de la Tierra.

Matt Pankhurst, del Instituto Volcanológico de las Islas Canarias, me enseña las muestras tomadas al meter un palo largo en la lava y dejarlo caer, humeante, en un balde de agua fría: lecciones de geología en vivo sobre los procesos más antiguos de la Tierra. Su foco principal son los cristales que se encuentran dentro de la lava endurecida.

“En principio, podemos pronosticar las erupciones volcánicas como lo hacemos con el clima”, explica.

“Esta es la mejor oportunidad hasta ahora para vincular la evidencia en la roca con las señales previas a la erupción, para que podamos saber lo que vendrá la próxima vez con mucho más detalle”.

Es la historia de la formación de la Tierra contada en un devastador acto de renovación. En estas islas, la vida siempre se ha construido sobre las ruinas de una erupción anterior.

“Sentir la naturaleza”

El turismo también define a las Islas Canarias. La Palma ha sido comercializada como “La isla bonita”. Pero a diferencia de lo que dice la canción de Madonna, esta ya no es una canción de cuna en español.

“Fue un desastre”, dice Basso Lanzone, quien organizó tours aquí durante años. “Cambió todo en este lado de la isla, ahora no tienen nada. No llegaban turistas porque tenían miedo del volcán”.

Así que Basso reorientó sus tours y trajo a 100 excursionistas de Tenerife para ver el volcán.