Tormentas del capital y tormentos de las masas populares

Segunda y última parte

“Las nuevas revelaciones de los Pandora Papers confirman que los paraísos fiscales y la globalización neoliberal son fenómenos intrínsecos (…) la aceleración de la globalización económica y financiera neoliberal reorganizó la distribución del poder mundial a favor del capital financiero y contribuyó al surgimiento de nuevos productos y negocios que encuentran sus mayores expresiones en los paraísos fiscales. En ellos impera el secreto bancario, se evaden impuestos, se crean empresas fantasmas, se lava dinero proveniente de corrupción y actividades criminales” (nota de rebelión.org ya citada). “En los territorios offshore impera la élite. Es así como en 2019 la élite escondía riquezas de 7 billones de dólares: el 8% del Producto bruto global. Oxfam International, calcula en 427 mil millones de dólares la evasión fiscal de impuestos” (ibid). Y esto sucede justo cuando los países pobres carecen de recursos hasta para adquirir vacunas contra la Covid-19, otra muestra de cómo es el pueblo trabajador el que, al final, termina pagando los platos rotos.

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Pero hay más. La globalización y el neoliberalismo son los impulsores de la “cooperación mundial” en la fabricación de un solo producto.

Es decir, la división técnica del trabajo, que ya venía funcionando desde mucho tiempo atrás al interior de la fábrica, ahora se materializó territorialmente, dispersando por todo el planeta la fabricación de las distintas partes del producto y eligiendo un único país como concentrador y ensamblador de las partes para entregar el producto terminado.

De este modo se consigue garantizar las materias primas necesarias y al mejor precio, la cooperación entre miles de obreros de todo el mundo y la explotación de la mano de obra barata de miles de millones de trabajadores distribuidos por todo el planeta sin necesidad de reunirlos.

Pues bien, esa forma de “cooperación” también está haciendo crisis.

El Sol de México del 16 de octubre dice: “Colapsa la cadena de suministros globales”. “LONDRES. Desde la carne en Tokio hasta los derivados del pollo en Londres, los consumidores comienzan a sentir el impacto del alza de los costos que sufre la economía mundial (…) La quinta economía más grande del mundo enfrenta una grave escasez de almaceneros, camioneros y carniceros, lo que exacerba las tensiones de la cadena de suministro global”.

“La creciente crisis energética de China, causada por la escasez de carbón, los altos precios del combustible y el auge de la demanda industrial post-pandemia, ha detenido la producción en numerosas fábricas, incluidas muchas que suministran a grandes marcas mundiales como Apple”.

“La pandemia ha sacado a la luz los límites de la «dependencia» global de las fábricas del sudeste asiático, según Jonathan Owens, experto en logística de la universidad británica de Salford”.

“Los confinamientos han provocado el cierre de fábricas, bloqueando sectores como el textil en Vietnam o el electrónico y el automotriz en China”.

Esta ruptura del equilibrio económico mundial no fue causada por la pandemia, sino por el afán de Estados Unidos de impedir el surgimiento de cualquier potencia capaz de disputarle la hegemonía mundial, que considera suya por derecho propio. Esta crisis también impacta más a la población de bajos ingresos. El portal wsws.org dice: “El aumento en los precios de los alimentos impulsa el hambre en todo el mundo”. INFOBAE del 15 de octubre: “Día Mundial de la Alimentación: el 55.6% de los mexicanos comen mal y tienen riesgo de adquirir cáncer colorrectal”. El Sol de México del 17 de octubre: “Muere más gente por hambre que por Covid-19 en el mundo”.

Cientos de millones de hombres, mujeres, ancianos y niños están muriendo de hambre, de enfermedades provocadas por el hambre y por falta de vacunas, y la causa es una sola: la economía de mercado con su globalización, su neoliberalismo y su acelerada concentración de la riqueza. Por eso resulta sorprendente e incomprensible que la inteligencia mundial, y también la de México por supuesto, se indigne hasta el paroxismo por la falta de democracia, libertades y derechos humanos en Cuba, e incluso en Rusia y en China, y en cambio, guarden absoluto silencio ante los terribles crímenes de lesa humanidad de EE. UU. en Irak, Libia, Afganistán, Siria y en nuestros propios países latinoamericanos (México en primer lugar).

Y sobre todo, que nada digan del genocidio causado por el nulo combate a la pandemia en todas las grandes capitales del imperialismo mundial, las naciones más ricas y desarrolladas de la tierra.

¿Será cierto, acaso, que la inteligencia, el sentido de justicia y el criterio de verdad del ser humano no existen jamás por sí mismos y en sí mismos, sino que dependen siempre de los intereses de clase que defienden, aunque muchas veces no tengan conciencia de ello?