Los británicos caen ocasionalmente en la cuenta de que Isabel II tiene 95 años y cunden los nervios. Las portadas digitales de los principales diarios, conservadores o progresistas, serios o tabloides, llevan en un lugar bien destacado la noticia de que los médicos de palacio han ordenado a la reina que se tome unos días de descanso. La casa real ha cancelado una visita a Irlanda del Norte de 48 horas que debía comenzar este mismo miércoles. “La reina ha aceptado con resignación el consejo médico de que descanse unos pocos días. Su majestad se encuentra de buen ánimo y está decepcionada ante la idea de no poder visitar Irlanda del Norte”, ha dicho el palacio de Buckingham a través de un comunicado oficial.
En la última semana, Isabel II ha tenido una agenda apretada. El despliegue de colores en vestidos y sombreros reafirma la decisión de la monarca de dejar atrás cuanto antes el luto por su esposo, Felipe de Edimburgo, que falleció el pasado 9 de abril. Algunos detalles, sin embargo, no han pasado inadvertidos. Por primera vez en un acto público, la reina se ha dejado ver con un bastón. Fue el pasado 12 de octubre, durante la celebración del centenario de la Royal British Legion, que se celebró en la abadía de Westminster. Es verdad que en 2003 también lo utilizó, pero entonces se encontraba recién operada de la rodilla.
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Isabel II sigue siendo el principal activo de un país que no vive su momento de mayor popularidad en la escena internacional, después de un Brexit agridulce que sigue arrastrando consecuencias negativas. Por eso Boris Johnson pidió a la monarca que fuera la anfitriona, en el castillo de Windsor, de la Cumbre Global de Inversión, un evento con el que Downing Street confiaba en atraer inversores internacionales al Reino Unido, y dar un empujón a la idea de una Gran Bretaña global que Johnson defiende desde que se convirtió en primer ministro. La reina recibió este martes junto a su hijo, el príncipe de Gales, y a su nieto, el duque de Cambridge, a un nutrido grupo de millonarios que incluía a Bill Gates, el fundador de Microsoft, o Hamed Bin Zayed al-Nahyan, el director general de la Autoridad de Inversión de Abu Dabi.
La reina será también la baza principal del gobierno en la COP26, la Cumbre del Clima que se celebrará en la localidad escocesa de Glasgow a partir del 31 de octubre. Han surgido ya muchas críticas al Ejecutivo de Johnson por la falta de preparación y de compromiso ante un evento en el que la comunidad internacional se juega mucho. Isabel II dejó traslucir de nuevo su carácter la pasada semana cuando, durante la apertura del Parlamento autónomo de Gales, las cámaras grabaron su conversación privada con su nuera, Camila de Cornualles, también presente en la ceremonia. “No paro de escuchar noticias sobre la COP26… y todavía no sé quiénes van a acudir”, se quejaba Isabel II. Algunos líderes mundiales han tardado mucho en confirmar su asistencia, y es prácticamente seguro que el presidente chino, Xi Jinping, dará plantón a la cumbre. “Resulta realmente irritante hablar y hablar, para luego no hacer nada”, decía la reina.
La monarca ha utilizado un canal poco habitual para hacer llegar al mundo la idea de que tiene cuerda para rato. The Oldie (Los viejos), una revista con más de un cuarto de siglo de historia, nacida para cuestionar un mundo mediático consagrado “a la juventud y al famoseo”, había tenido por fin la osadía de conceder a la monarca su premio “The Oldie of The Year” (El Viejo del Año). “Su majestad cree que uno es tan viejo como se siente, y en ese caso no cree que se ajuste al criterio que le permitiría aceptar [la distinción], por lo que confía en que encuentren otro galardonado que lo merezca más”, escribía a la revista Tom Laing-Baker, el asistente privado de la reina.
El episodio ha ocurrido pocos días después de que la revista Vanity Fair asegurara que los médicos también han pedido a Isabel II que modere el consumo de alcohol, deje a un lado la ginebra, y tome una copa solo en ocasiones especiales. Tiene todo el sentido del mundo que la monarca haya elegido otra revista, en la que los anuncios son de planes de pensiones, sillas de ruedas o ascensores para uso doméstico, para dejar claro que no piensa rebajar su ritmo de trabajo. Al menos hasta 2022, cuando celebrará su Jubileo de Platino: 70 años al frente de la monarquía del Reino Unido.