La actriz ofreció una charla en formato virtual con el crítico de cine Silvestre López-Portillo.
La actriz mexicana Elsa Aguirre, homenajeada con el Mayahuel de Plata en la edición 36 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), afirmó ayer que el arte se hace presente en cualquier ámbito de la vida y que sin belleza éste no es posible.
“El arte está en todo, en la vida misma. Algo que pierda la belleza, la armonía, deja de ser arte, tiene que haber belleza; en una sinfonía, en una palabra, en una actitud, en un cuerpo”, señaló.
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La actriz, considerada un ícono del cine de la Época de Oro mexicano, sostuvo una conversación de manera virtual con el crítico de cine Silvestre López-Portillo desde su casa, en Cuernavaca, en la que habló de su carrera artística, sus memorias y sus inquietudes personales.
Aguirre aseguró que le dolió el desencuentro que tuvo con María Félix quien, por celos, evitó que actuaran juntas en la película “La Cucaracha”, y quien obligó al director a contratar a Dolores del Río.
“No le guardo cosas, yo admiré a María porque fue una personalidad que estuvo en toda Europa; pero yo qué iba a pensar en parecerme a ella y mucho menos, y más como yo era, yo tenía mi mundo, mi vida. Me gustaba más Dolores del Río como mujer, y trabajé con ella, la única con la que no, fue María”, contó.
La actriz de 91 años de edad recordó cómo fue su infancia en medio de la pobreza, y un momento decisivo en su vida que fue cuando conoció el mar en Acapulco, y donde se preguntó por primera vez quién era y qué papel tenía en la vida.
La relevancia de ese momento no la comprendería sino hasta años después, cuando sintió la necesidad de seguir un camino espiritual que le llevó a la práctica del yoga, hace más de cinco décadas y que no ha dejado, sin importar su edad.
Aseguró que nunca quiso ser una mujer famosa ni adinerada, sino que anhelaba su libertad tras vivir con una familia en la que se sentía “esclavizada” y sin educación.
Compartió que cuando comenzó a ser actriz sintió la libertad de ser otras personas y vivir otras vidas diferentes a la suya y comenzó a desenvolverse y a educarse mediante las experiencias que tenía.
Sin embargo, llegó un momento en el que quiso vivir su propia vida y “ser una muchacha como todas”, por lo que decidió dejar el cine.
“Se me dio la profesión que necesitaba, y cuando ya no me sentía a gusto de cómo vivía, aparece el gran gurú y puse atención, y dije yo me voy por ahí; son los que presentaron esa práctica milenaria del yoga y no me importó mi carrera.
Hay artistas que dicen que el aplauso es el alimento del artista, yo digo que está bien, pero ya saber que no puedo vivir sin el aplauso, no”, agregó.
Finalmente, Aguirre celebró que las mujeres tengan cada vez más espacio en el cine y las artes, y que lograran derribar una barrera que evitó que ella se sintiera plena, al sentir que tenía que servir a los hombres.