La UEFA ha emitido este lunes un comunicado en el que muestra su disconformidad con respecto a los planes propuestos por la FIFA para organizar el Mundial femenino cada dos años. Una postura que ha mostrado en mitad de las ronda de consultas del ente mundial para valorar este plan. El organismo europeo cuenta con el apoyo de hasta 10 ligas femeninas (Alemania, Inglaterra, Países Bajos…) y de la Asociación de Clubes Europeos, con los que firma dicho comunicado.
“El carácter acelerado del (hasta ahora) muy selectivo proceso de consulta y las propuestas acordadas no han permitido una cuidadosa reflexión sobre lo que es mejor para el desarrollo futuro del fútbol femenino ni han evaluado adecuadamente las posibles consecuencias irreversibles que este cambio podría acarrear”, asegura UEFA.
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Desde el organismo rector del fútbol europeo señalan que esta medida podría tener repercusiones deportivas, económicas y sociales “profundamente perjudiciales”, entre otras muchas, que alterarán fundamentalmente el curso y el desarrollo de esta categoría. Un hecho que han querido manifestar exponiendo las diferentes consecuencias que habría si esto se lleva a cabo.
“Nuestro deseo es que la FIFA participe en un foro genuino, conjunto y abierto con todos los organismos futbolísticos pertinentes y las partes interesadas, para evaluar con la profundidad y la comprensión necesarias del contexto específico y la etapa de desarrollo del fútbol femenino y su conexión con el fútbol masculino, todas las consecuencias que provocarán las propuestas”, reclaman desde UEFA, donde exponen algunas de las consecuencias principales de cambiar la disputa de los Mundiales de cuatro a dos años:
Añadir más congestión a un calendario internacional femenino ya abarrotado con más fases finales femeninos.
Añadir una mayor congestión al calendario internacional masculino con más fases finales masculinas, lo que dificultará la visibilidad y el crecimiento de las competiciones femeninas juveniles, de clubes y de selecciones nacionales, así como de las ligas nacionales femeninas en todo el mundo.
Se han reducido aún más los recursos técnicos, médicos y administrativos disponibles para las jugadoras de fútbol de las selecciones nacionales femeninas, ya que se ha eliminado la necesidad de disponer de estos conocimientos durante todo el año y los recursos se han centrado en las competiciones masculinas.
Lo que conlleva un mayor riesgo de lesiones físicas e impactos en la salud mental de las jugadoras de alto nivel debido a la mayor concentración de partidos para las vías de clasificación con períodos de preparación limitados y, la mayor carga impuesta a los jugadores durante las condiciones de las fases finales más frecuentes.
Interrumpir el proceso de profesionalización y la inversión en las ligas nacionales, y por tanto la ambición de crear un trabajo significativo a tiempo completo para las jugadoras y estructuras que ofrezcan un entorno de élite. Todavía hay muy pocas ligas profesionales a tiempo completo en el mundo.
Reducir las oportunidades de las selecciones pequeñas y medianas y en vías de desarrollo de todo el mundo para participar en una Copa Mundial Femenina de la FIFA, ya que sólo las selecciones líderes con bases sólidas tienen la capacidad y los niveles de recursos para hacer viable competir con tanta regularidad.
Las fases de clasificación organizadas por las confederaciones se ven comprometidas por el menor número de ventanas, lo que hace que haya menos oportunidades de jugar con regularidad para todos. En particular, las federaciones miembro menos desarrolladas pueden perder la oportunidad de jugar regularmente el fútbol organizado y, por lo tanto, de disputar fases finales, lo que está alimentando la brecha deportiva entre las selecciones.
Limitar la expansión de los campeonatos continentales a nivel de clubes y selecciones.
Reducir significativamente la regularidad y la exposición del fútbol femenino de selecciones a lo largo de la temporada, lo que repercutirá negativamente en la promoción del juego, la creación de modelos y la capacidad de atraer a nuevos socios.
Descuidar el desarrollo del fútbol juvenil y la competición existente, marcos que son fundamentales para el futuro del juego.
Disminuir las inversiones de patrocinadores y socios en el fútbol femenino debido a la saturación de los mercados, lo que socavará la viabilidad financiera del fútbol femenino a nivel internacional y nacional, creando una mayor desigualdad con el fútbol masculino.
Perturbar la cultura global y de rápida evolución de los aficionados al fútbol femenino, que está despegando, pero que corre el riesgo de verse afectada por la mejora de los eventos deportivos establecidos de la competición, lo que desviará el interés y la inversión de los aficionados en el fútbol femenino.
Crear un trastorno para otros deportes y otros eventos deportivos importantes.