Convertido en un icono del humor ácido y corrosivo, Groucho Marx hizo gala de una verborrea inagotable, de la que incluso fueron objeto su familia y amigos.
No estoy seguro de cómo me convertí en comediante o actor cómico. Tal vez no lo sea. En cualquier caso me he ganado la vida muy bien durante una serie de años haciéndome pasar por uno de ellos”.
Esta es una de las muchas ocurrencias que legó a la posteridad Julius Henry Marx, un hombre cuyo ingenio lo encumbraría como uno de los mejores actores de comedia de la primera mitad del siglo XX.
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Julius se mimetizó tanto con el famosísimo personaje al que dio vida, y por el cual es mundialmente conocido, Groucho Marx, que su propia creación lo acabaría engullendo.
UN ASNO, UNA CUCARACHA Y UNOS “MALDITOS YANQUIS”
Julius Marx nació el 2 de octubre de 1890 en un modesto barrio de Nueva York, un lugar donde convivían inmigrantes alemanes, irlandeses y judíos, como su padre, que procedía de la región alemana de Alsacia-Lorena, y su madre, originaria de la ciudad de Hanover.
Su padre, Samuel Marx, era un sastre que al parecer tenía muy poca maña con la aguja, pero era muy diestro con los fogones.
Por su parte, su madre, Minnie Schoemberg, fue una frustrada actriz de variedades. Julius era el cuarto de seis hermanos: Manfred, el primero, murió a los tres años; sus otros hermanos fueron Leonard (Chico), Adolph (Harpo, que cambiaría su nombre por el de Arthur), Milton (Gummo, que no llegó a actuar en el cine) y Herbert (Zeppo, que también acabaría dejando el grupo).
Julius vivía con sus cuatro hermanos, sus padres, dos de sus abuelos y una hermana adoptada en un modesto y reducido piso neoyorquino, pasando bastantes penurias.
A pesar de la frustración que sentía la madre de los muchachos por no haber podido ser una actriz de éxito, esta nunca desistió de intentar convertir a todos sus hijos en estrellas.
En un principio Julius quería ser escritor, pero al final se acabó rindiendo al encanto del teatro. Fue su madre quien lo introdujo en el género del vodevil junto con sus hermanos, y la troupe acabaría recorriendo el país bailando, cantando y provocando las hilaridad del publico con sus bromas algo irreverentes.
De esa época procede el apodo de grouch, que en inglés significa “gruñón”, que le pusieron a Julius. Existen muchas anécdotas de esos años.
Una de ellas cuenta lo que sucedió durante una actuación en un pequeño teatro de Nacogdoches, un pueblecito de Texas: en un momento de la función, todo el público se levantó y salió corriendo del teatro al escuchar el aviso de que una mula se había escapado e iba repartiendo coces a diestro y siniestro por el pueblo.
Los cómicos se quedaron pasmados, y el propio Groucho no pudo evitar ironizar sobre este hecho: “Éramos tan pésimos que fueron a ver algo más animado”.
Pero a pesar de que los hermanos estaban bastante acostumbrados a los abucheos y los desplantes, cuando el publico regresó a la sala Groucho, enfadado, improvisó con el nombre del pueblo, Nacogdoches, y con la palabra cockcroach (cucaracha), y les llamó en su cara cucarachas y malditos “yanquis”.
Ante la sorpresa de los humoristas, el publico estalló en carcajadas. Fue entonces cuando los hermanos se dieron cuenta de que el público disfrutaba más con las improvisaciones y las frases ingeniosas que con sus canciones.
ARRUINADO E INSOMNE
A principios de la década de 1920, las actuaciones de los hermanos Marx consistían sobre todo en improvisaciones sobre temas de actualidad.
Groucho salía a escena vestido con su inconfundible levita, con sus característicos andares, con unas gafas y un enorme bigote y cejas postizas.
En una ocasión en la que llegó tarde a una actuación y no tuvo tiempo de ponerse los postizos, hizo algo que seguiría haciendo durante los treinta años siguientes: pintarse con betún las cejas y el mostacho.
Como además era un adicto al tabaco, utilizaba un puro para poder fumar en escena y para, según contaría más tarde, poder hacer una pausa mientras daba una calada cuando no se acordaba del guión.
A pesar de que en su camino se cruzaran estrellas como Charles Chaplin o Buster Keaton, los hermanos Marx debutaron en Broadway en 1924 con la revista musical I’ll Say, She is (diré que es ella).
Con la fama y el éxito llegaría también el dinero. Groucho se dio cuenta de que le encantaba ganar dinero, tanto que en una ocasión dijo: “El dinero es magnífico, tranquilizador y reconfortante”, pero le aterraba poder perderlo: “En lo más profundo de mi ser siempre he sido un gallina”, confesaba.
Por desgracia sus temores se acabarían haciendo realidad. Y lo perdió todo. El crack del veintinueve se llevó por delante los 240.000 dólares que Groucho había ahorrado, lo que lo convirtió en una persona amargada e insomne.
Y en realidad le costaba tanto conciliar el sueño que una vez llegaría a afirmar: “Soy una lechuza profesional desde 1929”.
Pero aunque padecía de insomnio crónico, Groucho no tenía la intención de pasar por aquello él solo, e hizo partícipes a todos su amigos de su problema.
Así, durante las largas noches sin dormir, y para combatir el aburrimiento, los llamaba por teléfono y les soltaba algún discurso inconexo del tipo: “Soy Groucho. ¿Cómo estás? Como si realmente me importara”. Y luego colgaba de inmediato para desesperación de su interlocutor.
ESTRELLA DE LA PANTALLA
La década siguiente sería absolutamente exitosa para los hermanos Marx. Con un contrato firmado con la Paramount de 75.000 dólares por película, estrenaron Los cuatro cocos (1929), El conflicto de los Marx (1930), Pistoleros de agua dulce (1931), Plumas de caballo (1932) y Sopa de ganso (1933). Tras pasarse a la Metro Goldwyn Mayer, rodaron Una noche en la Opera (1935), Un día en las carreras (1937), El hotel de los líos (1938), Una tarde en el circo (1939), Los Hermanos Marx en el Oeste (1940) y Tienda de locos (1941).
Al final, el rodaje de tantas películas acabaría por agotar a Groucho, que intentaría, sin éxito, abandonar el personaje en 1934.
Tras interpretar un papel completamente distinto en la obra teatral Twentieh Century (siglo veinte), y obtener un rotundo fracaso, Groucho intentó abrirse camino en la radio, pero tampoco tuvo el éxito esperado.
La última película que rodaron juntos los hermanos Marx fue Amor en conserva, en 1949, donde hacía su aparición una jovencísima Marilyn Monroe. Después, se separaron.
En los años cincuenta, Groucho obtuvo un gran éxito de público presentando el programa You Bet Your Life (Apueste su vida), que primero se emitió en la radio y después en la televisión.
Groucho aún rodaría dos películas más en solitario: la comedia musical Double Dynamite (1951) y la comedia A girl in Every Port (1952).
También explotó su faceta como escritor con dos libros de memorias: Groucho y yo y Memorias de un amante sarnoso, además de ser el autor de cuentos, cartas y guiones radiofónicos.