Los carbohidratos en su versión integral, sólidos antes que líquidos, con alto contenido en fibra y de absorción lenta se asociaban a un menor riesgo de cáncer de mama”.

Según explica a CuídatePlus Estefanía Toledo Atucha, una de las autoras de la investigación, que se publica en Clinical Nutrition, en el estudio se ha observado que “los carbohidratos en su versión integral, sólidos antes que líquidos, con alto contenido en fibra y de absorción lenta se asociaban a un menor riesgo de cáncer de mama”.
Por eso recomienda incluir preferencia en la dieta a aquellos cereales de grano entero, es decir, aquellos que conservan el germen, endospermo y salvado, frente a los granos refinados, de los cuales sólo se retiene el endospermo.
Algunos ejemplos de cereales integrales son:
El arroz integral.
Los copos de avena.
El maíz entero.
El centeno.
El trigo sarraceno.
La espelta.
La pasta integral. El centeno.
El trigo sarraceno.
La espelta.
La pasta integral. En el otro extremo los cereales refinados son la pasta o el arroz blanco, las harinas refinadas blancas y los productos derivados como el pan blanco, los cereales de desayuno, o la avena instantánea azucarada. Según Andrea Romanos, autora principal del estudio, una de las conclusiones más importantes del estudio es que la calidad de los carbohidratos es más relevante que la cantidad de ellos que se consume en la dieta tanto para la prevención del cáncer como de las enfermedades crónicas.
El trabajo ha analizado la información de 10.812 mujeres participantes en la cohorte del Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), que proporcionaron al inicio del estudio datos sobre sus hábitos de vida, ejercicio físico, historial médico, frecuencia de consumo de 136 alimentos, factores reproductivos e historial familiar de cáncer de mama. A las participantes se les realizó el seguimiento cada dos años con una media de 12 años, un tiempo en el que se confirmaron 101 casos nuevos de cáncer de mama.