Alemania vive hoy unas elecciones inéditas en 16 años, el tiempo que ha estado Angela Merkel al frente del gobierno.
Sin la veterana canciller en las boletas y con la incertidumbre de cómo se reconfigurará el panorama político, los alemanes deberán elegir a los integrantes del Budestag (Cámara baja) para la próxima legislatura.
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Unos 60.4 millones de ciudadanos están llamados a votar, alrededor de 1.3 millones menos que en las elecciones de 2017, de las que surgió una repetición de la “gran coalición” entre el bloque Unión Cristianodemócrata (CDU)-Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD).
La CDU aspira a conservar el poder de la mano de Armin Laschet, responsable del gobierno de Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado, y sacudido en los últimos meses por todo tipo de polémicas.
Pese a figurar como favorito para suceder a Merkel, desde el anuncio de su candidatura ha visto cómo su bloque perdía en torno a diez puntos en las encuestas.
Polémicas como unas controvertidas risas en plenas inundaciones a mediados de julio no han favorecido la imagen del aspirante conservador, que ha visto cómo le adelantaba en las encuestas primero la candidata de Los Verdes, Annalena Baerbock, y luego, ya de forma más sostenida, el socialdemócrata Olaf Scholz.
Esta elección puede comportar un duro revés para los conservadores de Merkel que, hasta ahora, siempre habían superado el 30% de votos en unas legislativas.
“No da igual quién gobierne”
Merkel acompañó ayer a Laschet en su cierre de campaña. “No da igual quién gobierne”, dijo la canciller saliente en un acto en Aquisgrán, ciudad natal de Laschet, en el oeste de Alemania.
“De lo que se trata mañana es de que Alemania siga estable”, añadió.
Merkel aseguró que Laschet no sólo dirigió con éxito el estado federado de Renania del Norte-Westfalia como primer ministro regional, sino que también hizo mucho por la unificación de Europa.
La popularidad de la canciller ha llevado a diferentes candidatos a querer reivindicar su proximidad con ella, por lo que cabe esperar una continuidad de la política de centro y proeuropea después de que Merkel deje el poder.
Marcada por cinco crisis
BERLÍN.
“La vida sin crisis es más fácil, pero cuando llegan, hay que afrontarlas”, dijo el 22 de julio Angela Merkel para resumir su forma de actuar.
La dirigente alemana enumeró ese día las cinco grandes crisis que tuvo que encarar en estos años: la crisis financiera de 2008, la pandemia de coronavirus, la crisis del euro, el flujo de refugiados sirios e iraquíes en 2015 y el calentamiento del planeta.
La decisión de acoger a los refugiados será, sin duda, la más emblemática de la era Merkel. Sus adeptos lo califican de acto de valentía.
La gestión de la crisis sanitaria también le valió innumerables elogios.
Otras gestiones complicadas, sin embargo, le trajeron numerosas críticas, sobre todo la situación griega en 2011. En aquel momento, Merkel mostró una intransigencia fuerte, lo que llevó a Grecia al límite de la bancarrota y provocó recelo en Europa.
En 16 años, el papel desempeñado por Alemania en el ámbito internacional cambió mucho.
La relación con Estados Unidos, muy deteriorada en los cuatro años de presidencia de Donald Trump, sigue siendo fundamental para Alemania.
La influencia alemana aumentó en Asia y África.
La canciller también profundizó en las relaciones con otros países en un deseo de que las relaciones internacionales se tornen un poco más multilaterales.
Olaf Scholz
- 63 años
- Partido Socialdemócrata
- Fue diputado, secretario general del SPD, ministro de Trabajo, alcalde de Hamburgo, ministro de Finanzas y vicecanciller.
Armin Laschet
- 60 años
- Unión Cristianodemócrata
- Fue diputado en Alemania, diputado europeo, ministro de la familia, ministro de Renania del Norte-Westfalia y presidente de la CDU.
Annalena baerbock
- 41 años
- Máster en derecho internacional.
- En 2005 se adhiere a Los Verdes.
- Fue diputada y actual copresidente de Los Verdes.
Sondeos dan como favorito a Scholz
BERLÍN.
El candidato Armin Laschet, hasta hace poco era dado como perdedor ante el socialdemócrata Olaf Scholz, cuya ventaja ahora es tan pequeña que el resultado es impredecible.
Con las últimas encuestas que revelan una reducción de las diferencias, el candidato conservador Laschet, de 60 años, pasó al ataque agitando el espectro de un giro a la izquierda con Scholz, el moderado líder del socialdemócrata SPD y ministro de Finanzas de Merkel desde 2018.
Pocas veces la incertidumbre ha sido tan elevada en ese país antes acostumbrado a un sistema bipartidista que, casi con toda certeza, necesitará una alianza entre dos o incluso tres formaciones para gobernar.
Un último sondeo publicado el martes pasado situaba en cabeza a los socialdemócratas liderados por Scholz, con 25% de intención de voto, por delante de la Unión Cristianodemócrata (CDU) con 22%, con Laschet como candidato.
La creciente sensibilidad ecologista y la radicalización de un sector de la población en torno de la política migratoria hicieron emerger otros dos partidos, los Verdes (15%, terceros) y la extrema derecha de AfD (11%).
“Los sondeos no dan un vencedor claro (…) Si tenemos en cuenta el margen de error, son tres partidos que se encuentran en un palmo”, explicó el politólogo Karl-Rudolf Korte.