Abdelaziz Bouteflika, expresidente de Argelia, murió ayer a la edad de 84 años, víctima de una larga enfermedad que desde 2013 lo mantenía incapacitado, sin poder hablar ni moverse de manera autónoma, informó la presidencia en un comunicado.
Nacido el 2 de marzo de 1937 en la ciudad marroquí de Oudja, Bouteflika se unió muy joven a la revolución contra la ocupación francesa y dirigió el país entre 1999 y 2019. Había sido uno de los políticos más hábiles del mundo árabe y el jefe de la diplomacia argelina más longevo.
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Hijo de Ahmed Bouteflika y Mansouriah Ghezlaoui, Bouteflika creció en Marruecos junto a sus cinco hermanos y desde allí se unió, a la edad de 19 años, al llamado Ejército de Liberación Nacional (ALN), brazo armado y clandestino del Frente de Liberación Nacional, tras militar en una célula del partido marroquí Al Istiqal, de Allal al Fassi.
Inteligente y sagaz, en 1958 se unió al círculo del líder independentista y después segundo presidente de la Argelia independiente, Houari Boumediene.
Como su secretario personal, ascendió con celeridad en la jerarquía del FLN.
Como ministro de Exteriores estuvo presente en todas las crisis vividas en la década de los pasados años 70, en la que Argelia fue un miembro muy activo en el Movimiento de los Países Alineados, y en el que se convirtió en uno de los mayores defensores de la causa palestina, acogiendo en sus territorio a grupos calificados de terroristas y mediando en secuestros internacionales.
En 1999, y en pleno auge de los atentados a extranjeros y de las masacres en distintos lugares del país, Bouteflika logró la aspirada presidencia tras la renuncia del presidente Liamine Zerual gracias al apoyo del FLN y de las fuerzas de seguridad, pese a presentarse a la elección como independiente.
Tras su apabullante victoria en las urnas, oficializó la tregua establecida por el Ejército Islámico de Salvación y ofreció un proceso de diálogo y reconciliación nacional que logró el fin del derramamiento de sangre el 6 de junio de 1999. Conocido desde entonces como el pacificador, logró la reelección en tres ocasiones tras enmendar la Constitución y entre denuncias de fraude electoral.
En febrero de 2019, el anuncio por parte del círculo de poder de que optaría por un quinto mandato consecutivo pese a su deterioro físico desató las protestas y reveló el pulso por la dirección del país que se libraba en el seno del Ejército. En abril de ese mismo año, y con miles de personas cada viernes en la calle, ese círculo de poder anunció la dimisión del mandatario más longevo y el político más hábil e influyente de la Argelia independiente.