En este 2021, Solistas Ensamble ha usado cubrebocas especiales, elaborados con tela de microfibra, en cuyo diseño trabajó desde el año pasado el Inbal.
Atacada en su época tras la polémica que suscitó su estreno y única escenificación en México hace 120 años, la ópera El rey poeta volverá a escucharse como parte de las conmemoraciones por los 500 años de la caída de Tenochtitlan.
La agrupación Solistas Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) es la responsable de traer de nueva cuenta esta obra del compositor mexicano Gustavo E. Campa (1863-1934), con libreto de Alberto Michel (1867-1947), en versión de concierto a piano.
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Serán dos funciones, ambas presenciales: la primera fue el día de ayer, en la sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Cenart), y el domingo 12 a las 17 horas en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Esta última marca la reanudación de actividades con público en ese espacio tras año y medio de suspensión debido a la pandemia.
Aunque esa ópera no aborda el encuentro entre españoles y mexicas, sí habla de la conformación de la Triple Alianza, que dio origen a la parte más poderosa de ese imperio mesoamericano, teniendo como personaje principal al rey Nezahualcóyotl, explica Christian Gohmer, director artístico de Solistas Ensamble.
“Es una obra que la agrupación tiene en su repertorio desde hace mucho tiempo; la han hecho unas tres veces. Una en 2001, con motivo del centenario de su estreno, aunque en aquella ocasión utilizaron el manuscrito, pues no tenían una versión totalmente legible”, señala en entrevista.
“Después, Iván Juárez, integrante del grupo, la digitalizó e hizo una transcripción para que pudiera leerse mejor. Y el maestro Juan José Escorza también realizó una investigación importante para el restreno”.
El principal obstáculo para escenificarla es que la orquestación está desaparecida, por lo que sólo se ha presentado en su versión a piano. Es la única ópera escrita por Gustavo E. Campa, que consta de un solo acto y dura una hora. Según el director de orquesta, en ella se refleja la adscripción de ese músico al romanticismo.
“Es sumamente romántica, en un lenguaje de una tonalidad extendida, es decir, mucho cromatismo, pero nunca pasando los límites que habían establecido (Giuseppe) Verdi, (Richard) Wagner y, a lo mejor, (Claude) Debussy; se notan influencias y el interés del autor por esos tres compositores en especial. La partitura es un resumen muy interesante de armonía tradicional romántica”.