Cuando el futbol era la vida diaria de Jael Morales, una enfermedad se interpuso. La hepatitis interrumpió los sueños de la joven deportista, quien, a los 20 años, pateaba un balón; entonces, el padecimiento la llevó a explorar el atletismo de montaña.
El 8 de diciembre del 2016 participó en su primera carrera; lo hizo sin haber entrenado y, para su sorpresa, terminó cruzando la línea de meta en primer lugar.
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Un amigo llegó a mi casa y me invitó a una carrera de montaña en Cuquila, Oaxaca, yo no tenía idea de lo que era”, relata. “Estuve tres semanas en cama, aburrida, porque padecí hepatitis tipo A y, apenas una semana después de salir de esta enfermedad, era ya la carrera… le dije a mi amigo que sí participaría.
En principio, vi a todos listos y pensé en no correr, pero ya estaba inscrita; corrí sin preparación previa mis primeros 12 kilómetros; llegué a la línea de meta y el narrador dijo: ‘Y está llegando el primer lugar femenil’, quedé sorprendida e hice un esprint final”, afirmó.
Antes de adentrarse en el mundo del atletismo, Jael era delantera de un equipo de futbol femenil. Descubrió el gusto por jugar con hombres, pues se identificaba con la rudeza que se ejercía en el juego. En secundaria y bachillerato era defensa central y delantera. Lo curioso aquí es que me gustaba más jugar con varones, me gustaba lo rudo y me ponía al tú por tú con los hombres, sabiendo que o aguantaba o me iba; me tocaron balonazos y patadas, pero esto ayudó a mi fortaleza mental”, recuerda.