El Talibán reanudó algunos de los vuelos comerciales domésticos desde y hacia Kabul este domingo, en momentos en los que los combatientes del grupo intensificaron su ataque en el último reducto de resistencia liderado por milicianos opuestos a su dominio.
Los opositores al Talibán en la provincia de Panshir, al norte de la capital afgana, son liderados por el exvicepresidente Amrullah Saleh, quien ha pedido ayuda humanitaria para asistir a las miles de personas que han sido desplazadas por la lucha.
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Un portavoz importante del Talibán tuiteó este domingo que los elementos del grupo habían invadido el distrito de Rokha, uno de los mayores de los ocho distritos de Panshir.
Varias delegaciones de los talibanes han intentado negociar con los resistentes en esa zona, pero las conversaciones no han prosperado.
Saleh huyó a Panshir después de que el presidente afgano Ashraf Ghani abandonara la nación mientras los talibanes marchaban hacia la capital.
El ataque relámpago de los combatientes en todo el país tardó menos de una semana en superar a unos 300 mil soldados del gobierno, la mayoría de los cuales se rindieron o huyeron.
Desde que el Talibán tomó el control del país ha buscado retratarse de una forma distinta a lo que fue durante la década de 1990, la última vez que gobernó el país e implementó controles estrictos en la sociedad.
A las mujeres y a las niñas se les negó el trabajo y la educación, a los hombres se les obligó a dejarse la barba y se prohibieron la televisión y la música.
Ahora, el mundo está esperando por ver cómo será el nuevo gobierno, y muchos afganos siguen escépticos.
En las semanas que han transcurrido desde la toma, las señales han sido mixtas: a los empleados del gobierno, incluidas mujeres, se les ha pedido que regresen a trabajar, pero posteriormente algunas mujeres recibieron órdenes por parte de talibanes de menor rango para irse a sus hogares.
Las universidades y escuelas han reanudado las clases, pero el miedo ha mantenido alejados a los estudiantes y profesores.