Esta es Bean, una gatita rescatada que fue considerada “fea” y pasada por alto en el refugio hasta que finalmente fue adoptada.
Quienes han adoptado a una mascota saben que cuando encuentras a “la indicada”, la conexión es instantánea. Esto fue lo que le pasó a Francisca Franken, de Alemania, cuando se encontró con una gatita de apariencia inusual llamada Bean en el sitio web de un refugio de animales.
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La gatita, descrita como una “mezcla exótica entre el Grinch y Maurice de los pingüinos de Madagascar”, conquistó el corazón de Franken con su carita enojada desde el inicio. “Vi su foto y me enamoré en el primer momento que la vi”, relata. “Bueno, al principio me reí porque las fotos eran muy graciosas y nunca antes había visto un gato así”.
Bean fue encontrada deambulando en un parque de casas rodantes abandonado el año pasado. Cubierta de heridas y con una infección en los ojos, entre otros problemas de salud, la pobre minina tenía muchas razones para verse algo enojada. Sin embargo, su suerte pronto cambió cuando el refugio le salvó la vida y la ayudó a recuperar la salud.
Al principio, nadie fue a reclamar a Bean de la sección de “mascotas perdidas” del refugio, por lo que la trasladaron al piso de adopción.
Sorprendentemente, nadie quiso llevarla y algunas personas incluso dijeron que era “fea”. La pobre minina esperó pacientemente por seis semanas hasta que Franken finalmente la encontró y llamó al refugio para saber si Bean todavía estaba en adopción. “Recibí una llamada de una mujer amable del refugio quien me preguntó si Bean de verdad era el gato que quería adoptar porque, aparentemente, nadie se había interesando en ella antes”, relata Franken. “La mujer que me llamó temía que hubiese apretado el botón equivocado”.
Franken reservó una cita para visitar el refugio y conocer a Bean, y quedó encantada con ese gata que nadie había querido llevarse. Franken agrega: “Mucha gente que la vio en el refugio dijo que era fea, pero creo que es la niña más perfecta que haya existido”.
Franken y Bean se llevaron bien al instante, y este par ha sido inseparable desde entonces. Franken se llevó a Bean a casa esa misma noche, y la recién adoptada gatita dejó en claro lo enamorada que estaba de su humana. “Se sintió como en casa desde el primer segundo”, recuerda Franken. “Se acostó en el sofá y tomó una siesta como si el sofá fuera lo más cómodo que hubiera experimentado en su vida”. Después de una siesta larga y muy necesaria, Bean comenzó a explorar su nuevo hogar y su verdadera personalidad comenzó a brillar